La reunión del comité federal del PSOE para analizar la situación del partido tras la debacle de las pasadas elecciones generales, ha servido para disuadir a todos aquellos que esperaban una seria autocrítica de sus dirigentes actuales y el surgimiento de una alternativa seria de renovación en las personas y los programas.
A tenor de las intervenciones de los principales responsables de la catástrofe de España, que los electores les han transferido con su voto el pasado 20-N, nada parece indicar que los miembros más conspicuos del equipo de Zapatero, encaramados al poder socialista hurtando esa decisión a sus militantes, tengan el menor interés por dar paso a la completa regeneración que el PSOE necesita imperiosamente en estos momentos. Ni se marchan ni tienen intención de facilitar el surgimiento de otras alternativas.
El discurso del fracasado Rubalcaba ha sido especialmente revelador. Para el candidato de la derrota más humillante de la historia del PSOE, que afirma no haber cambiado ninguna de sus convicciones, su campaña ha sido "sincera, participativa, de futuro, socialdemócrata y progresista", y la única razón por la que más de cuatro millones de votantes le han retirado su confianza ha sido la crisis económica, un factor que Rubalcaba y Zapatero consideran exógeno porque los dos siguen pensando que han hecho las cosas muy bien en ese terreno.
Rubalcaba ha hablado incluso del futuro del PSOE, que él pretende pilotar desde su puesto de jefe de la oposición en una travesía política que se antoja prolongada. A tal fin, y con ayuda de un Zapatero especialmente servil, se ha atrevido a diseñar los términos del próximo congreso ordinario del que saldrán las líneas maestras que deberán regir los destinos de un partido socialista que ambos parecen considerar de su exclusiva propiedad.
Nosotros hemos defendido siempre la necesaria democratización del funcionamiento de los partidos políticos tal y como exige la Constitución Española. Aunque la alternativa en el caso del PSOE actual sean personajes tan delirantes en lo ideológico como Tomás Gómez o Carmen Chacón, los militantes tienen derecho a que se escuche su voz y a decidir lo que quieren hacer con su partido de ahora en adelante. En todo caso, peor que les ha ido con Rubalcaba será muy difícil que les vaya en el futuro.