"Los españoles son españoles y son chorizos, por el hecho de ser españoles, desde mi humilde punto de vista. (...) A mí me parece fantástico que nos burlemos del señor Pizarro, que nos riamos, que machaquemos a Pizarro y a la aragonesa que se juntó con el aragonés para dar origen al señor Pizarro, me parece fantástico, cojonudo."
No haría falta añadir mucho comentario a estas declaraciones, que desacreditan por sí solas a quien las ha pronunciado. Sin embargo, el hecho de que semejantes exabruptos provengan de un ex director general de la televisión pública catalana deja en evidencia, una vez más, el grado de sectarismo y radicalismo que CiU sembró y que ahora cosecha el tripartito. Que un tipo como Joan Oliver haya podido ser alguna vez elegido para dirigir cualquier cosa es algo que desacredita, sobre todo, al que lo elige.
Lo más paradójico de todo es que este energúmeno proyecta sobre todos los españoles algo que bien se le podría reprochar, precisamente a él, a la vista de lo que dice un informe de fiscalización de la Sindicatura de Cuentas presentado hace unos meses contra él y otros cuatro altos directivos de la Corporación Catalana de Radio y Televisión. Según dicho informe, estos directivos cobraron cuantiosas indemnizaciones completamente ilegales cuando dejaron sus cargos entre 2002 y 2003. Concretamente, Oliver se habría embolsado en la operación casi un cuarto de millón de euros.
No sabemos si con estos exabruptos contra los españoles, en general, y contra el candidato popular Manuel Pizarro, en particular, Oliver pretende estimular en su favor un frente nacionalista que entierre todas estas irregularidades, o simplemente trata de que recordemos aquel refrán español del "cree el ladrón que todos son de su condición".
