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Emilio Campmany

Ganará Rajoy

A los analistas de la derecha les pasa con el PSOE lo que a los del Pentágono les ocurría con la vieja Unión Soviética: que tienden a ver astucia y habilidad allí donde lo único que realmente hay es improvisación y atolondramiento.

No es un ejercicio de voluntarismo. Es puro análisis. Si las elecciones se hubieran adelantado al 28 de octubre, aun habría tenido el PSOE una oportunidad de victoria. Siendo como van a ser ya inevitablemente en marzo, la derrota socialista es el resultado más probable. A los analistas de la derecha les pasa con el PSOE lo que a los del Pentágono les ocurría con la vieja Unión Soviética: que tienden a ver astucia y habilidad allí donde lo único que realmente hay es improvisación y atolondramiento.

Zapatero ha desoído el consejo de adelantar las elecciones porque cree que puede recuperarse durante los meses que faltan para llegar a marzo. Está equivocado. Todo lo que ahora está mal, y que motiva que las encuestas arrojen un empate con Rajoy, estará peor entonces. Puede que el euribor detenga su ascensión, pero el solo hecho de mantenerse donde ahora está hará que las economías familiares tengan que subir una durísima cuesta de enero. La crisis abierta en Navarra para probar que Zapatero no pacta con separatistas se habrá profundizado. Y no sólo eso. Se demostrará inútil: las muchas patochadas que sin duda protagonizarán los Anxo Quintana y los Carod Rovira durante esta larguísima campaña electoral nos recordarán cuanto le gusta a Zapatero intimar con los separatistas.

Los medios internacionales, una vez abierta la veda, no ya por el conservador Wall Street Journal, sino por la sucursal europea del muy izquierdista New York Times, irán destacando la debilidad de las políticas del PSOE. Hasta el poderosísimo The Economist, que hasta ahora ha protegido al presidente español, ha empezado a abandonarle, pues, en su último número, de pasada, como el que no quiere la cosa, atribuye a la España de Zapatero el ignominioso papel de avalista de Fidel Castro en Bruselas. Para colmo de males, en un territorio tan pacífico como suele ser el de los medios de comunicación de izquierda, se ha desatado entre El Público y El País una cruel guerra cuya víctima colateral más importante muy bien podría llegar a ser el propio Zapatero.

Desde 1982, todas las elecciones las perdió o ganó el gobierno de turno. A la oposición sólo le cupo hacerse cargo del país cuando el electorado decidió desembarazarse de los que ostentaban el poder. Por eso, resulta algo estéril dedicarle tanto tiempo a si debe o no ir Gallardón en las listas o si debe hacerlo o no Rato. Naturalmente, todo lo que haga el PP importa. Pero importa mucho más lo que ha hecho y haga el PSOE. Éste no tiene forma de compensar los muchos errores cometidos con las habituales promesas de incrementar los gastos sociales. Lo único que puede frenar su suave deslizamiento por la pendiente de la derrota es promover la ilegalización de ANV. Sin embargo, eso no lo hará. Y no lo hará porque entonces sería la ETA la que se ocuparía de que perdiera con seguridad las elecciones.

Lo dicho: de un modo o de otro, ganará Rajoy.

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