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Un Borbón que gallardonea

Nunca quiso la derecha española tener un Rey que le bailara el agua y que defendiera sus puntos de vista frente a la izquierda. Se hubiera conformado con que fuera neutral. Incluso puede comprender cierto compadreo con la izquierda.

nnmmss dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 15:42:

¡Enhorabuena, Sr. Campmany, no se puede decir ni más ALTO, ni más CLARO! El Borbón lleva "borboneando" desde 2004 y ya veremos cómo le sale la jugada. Está visto que le interesa mucho su futuro y el de "su familia":
"Si sale,sale" (en la negociación con eta); "hablando se entiende la gente"(con el jardinero republicano del parlament, de erc); "Zapa sabe bien donde quiere ir"(al periodista inglés o inglesa); "dejarse de batallitas y arrimar el hombro"(al pp. ¡Olé por la democracia!), etc.,

CarmenF dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 14:28:

Al Borbón lo único que le importa es su cuenta corriente y con el PSOE, ésta ha crecido como la espuma mientras que Aznar puso coto a sus desvaríos inversionistas y a su mano abierta permanentemente; no es raro que toda la familia agradezca a la izquierda lo bien que le ha ido con ella y lo grueso de su patrimonio actual. Su hijo se ha casado con una progre hija de sindicalista y como tal amiga de los lujos hasta límites enfermizos ¿qué esperamos?

jose_lui dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 13:41:

La dinastía de los Borbones, con excepción de Carlos III, el gran rey ilustrado, o no han dejado nada o mucho que desear. Recuerdo en el Teatro Real un retrato de un joven con gran parecido a D. Felipe de Borbón, príncipe de Asturias. Al mirar fijamente el cuadro y su título vi que se trataba de un retrato de Fernando VII joven. A pesar del refrán pienso que todo se puede heredar.

rawolf dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 13:24:

El gran error del liberalismo clásico es haber admitido la idea de Estado mínimo, un Estado que preste servicios que, en teoría, no puede ofrecer mejor el mercado

Si el liberalismo quiere ofrecer su solución para conseguir un orden social que promueva el desarrollo de la civilización, debe rechazar, radicalmente, toda idea de Estado. Además desde el punto de vista propagandístico, a grandes estratos sociales solo se puede llegar con un mensaje impactante que además tenga la fuerza de la verdad, un mensaje que les sacuda la modorra que les lleva a aceptar voluntariamente la tiranía socialdemócrata.

Respecto a España, el nacionalismo estatista (español, catalán, vasco, etc) es el último refugio de los canallas, nuestras necesidades de afiliación deberían restringirse al ámbito privado.

Personalmente me siento español como se sentiría alemán un germano-hablante en el Imperio Austro-Húngaro, es decir mis sentimientos nacionales no tienen que ir asociados a una estructura burocrática ejerciendo sobre un territorio determinado monopolios compulsivos destructores del orden social. Me siento español en la medida que esta idea representa un estructura cultural, es decir una lengua y un conjunto de valores susceptibles de ser confrontados con otras culturas, que suponga un avance en el desarrollo de la civilización (entendida ésta como que cada vez más gente viva en mejores condiciones). Desde esa perspectiva, no estamos en nuestro mejor momento, pero ahí está la historia para quedarnos con lo mejor y sobre ello cimentar el futuro.

La tarea, por tanto: aprovechar la descentralización y convertirla en segregación para destruir, pacíficamente, el Estado. Me puedo sentir español, viviendo, por ejemplo, en un Madrid independiente, donde se respeten la propiedad privada, la libertad y los contratos, con impuestos 0. No necesito Rey, no necesito bandera, no necesito Estado y, sobretodo, no necesito impuestos. Lo que necesito es que, de una puñetera vez, me dejen en paz. ¡VIVA ESPAÑA LIBRE!

Lavinia dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 12:33:

Sr. Campmany, sigo con atención sus artículos e intervenciones en las tertulias de EsRadio, y encuentro que suelo compartir sus puntos de vista y análisis. En este caso, supongo que usted bien sabe lo que hará el heredero, amiguete como ha sido y es de la más jocunda progresía vernácula. Por otra parte, no sé por qué razón medio mundo (o más) afirma por activa y pasiva que la monarquía es un elemento de cohesión de España. Tengo para mí que en las ansias independentistas crecientes día tras día está la prueba de que de ninguna manera es así.

Arditi dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 11:09:

La historia calificará a Juan Carlos I como uno de los peores reyes de la historia. Bajo su reinado, la unidad nacional está en peligro de una forma no conocida hasta la fecha, España en una nación "discutida y discutible", todos los insultos, todas las burlas a la patria, a su historia, a sus símbolos son permitidas y consentidas

Bacin dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 10:44:

El rey ha hecho obvia dejación de funciones en los últimos años. No le hemos visto moverse ni medio centímetro en la búsqueda del bien común; no sabemos cuál es su opinión de la crisis; no sabemos qué propone para solucionarla; no sabemos qué gestiones ha realizado, si es que alguna ha hecho; no conocemos que haya hecho ninguna renuncia, siquiera temporal y simbólica, para que sus súbditos podamos tener la sensación de que le preocupa lo más mínimo lo que podamos sufrir. El único mérito que se le ha conocido, en sus ya muchos años de reinado, fue parar un golpe de estado cuyos máximos responsables decían dar en su nombre. En mi opinión: Roma es una ciudad preciosa, y seguro que allí le echan muchísimo de menos.

rataplan dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 10:44:

Es cierto, don Emilio. Sólo hay que acordarse de los discursos de Navidad de S.M. cuando gobernaba Aznar, en ninguno de ellos había que arrimar el hombro.

Repásense los discursos navideños desde el 11-M hasta hoy.

Urdin dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 10:36:

Con ello JC renunciaba no sólo a la soberanía de un provincia espñola, sentando un peligroso precedente para País Vasco y Cataluña, sino también a las obligaciones que internacionales que tenía respecto de los saharauis. Tal decisión lejos de resolver nuestros problemas envenenó nuestra política pesquera durante décadas. Envenenemiento del que se salió parcialmente siempre mediante el apaciguamiento. Obligación de enseñar a pescar a los marroquíes, etc.. Aquellos actos fueron responsabilidad absoluta de Juan Carlos de Borbón porque se hicieron al amparo de las leyes fundamentales, en consecuencia esos actos no están a cubierto por el presupuesto de "irresponsabilidad" con que ha querido asilarse en una urna a nuestro actual jefe de Estado. Se ha vendido la imagen de JC como un gran estadista que nos ha legado la transición y la Constitución omitiendo que el precio que se pagó por ello guarda mucha relación con los problemas actuales. La relativización del papel de la nación española en la representación política haciendo de la "unidad en la corona" la piedra de toque del edificio constitucional podrá ser muy conveniente para el futuro de la monarquía pero muy poco para el de la nación española. Ello por no hablar del intervencionismo "oficioso" o extraoficial en la vida pública española por medio de testaferros más allá de lo que legalmente le está permitido propiciando soluciones cmo el llamado "bloque constitucional", cordon sanitario contra la derecha en su día o más recientemente forzando a Aznar a colocar a Eduardo Serra en defensa. Independientemente de eso el apoyo descarado de JC a la negociaciación con ETA y a la política de Zapatero hace que muy posiblemente sea un hombre muy interesado en el futuro de la corona pero muy poco en el de España y en estas condiciones vale la pena preguntarse hasta que punto tanto la transición como la Constitución del 78 no han sido sino un tremendo error sin precedentes en la historia del contitucionalismo español que nos ha legado un estado, el estado de las autonomías económicamente insostenible que además está hipotecando las pensiones, la sanidad, la educación, la seguridad social y el desempleo.

Urdin dijo el día 5 de Agosto de 2011 a las 10:35:

Cuando el corazón nos asalta conviene mantener la calma para no perder la razón pero sin por ello de dejar de decir lo que se debe decir. La monarquía de Juan Carlos, ha sido tratada por la prensa con blondas de seda desde la marcha verde en la que el entonces príncipe de España, jefe de Estado en funciones durante la enfermedad del generalísimo, decidió, en contra de los deseos de Franco, entregar sin lucha el Sahara a Marruecos.