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Emilio J. González

Díaz Ferrán, con un par

¿Cómo se van a generar puestos de trabajo si en un entorno de caída de ventas y de precios los salarios suben el 2% o más? Díaz Ferrán se hace esa pregunta y responde que dicha subida es imposible.

Hay que reconocer que el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, los tiene bien puestos. Mientras otros empresarios se acobardan y no se atreven a enfrentarse con el Gobierno, por temor a que el Ejecutivo pueda utilizar el BOE o su capacidad de contratación contra ellos; mientras otros más visitan Moncloa para hacer negocios a la sombra del poder sin importarles lo más mínimo el interés general o el bienestar de los españoles; Díaz Ferrán no sólo no entra en el juego de engaños y artificios que Zapatero y los suyos se traen entre manos, sino que, inmune a las amenazas que le dirigen desde Moncloa y sus aledaños, sigue diciendo lo que tiene que decir el principal mandatario de la patronal en unas circunstacias de grave crisis económica como las actuales.

Díaz Ferrán acaba de pedir, ni más ni menos, que los salarios se reduzcan un 1%, teniendo en cuenta que, en estos momentos, la economía española se encuentra inmersa en un proceso deflacionista. Y, desde luego, no le falta razón, porque la caída de los precios, así como el descenso de las ventas provocado por la recesión, están reduciendo los ingresos y los márgenes de las empresas, cuando no metiéndolas directamente en pérdidas. En estas circunstancias, lo lógico es que los salarios también se reduzcan, con el fin de adaptarse a esa nueva realidad, que es lo que pide el presidente de CEOE sin que ello implique que los trabajadores vayan a perder poder adquisitivo porque la caída del IPC es mucho mayor que el recorte que demanda Díaz Ferrán.

Lo malo en este país es que, por lo general, la lógica está reñida con la racionalidad de nuestros sindicatos, anclados todavía en la más rancia ideología de izquierdas. A nuestros líderes sindicales no se les está ocurriendo nada mejor que en una situación de grave recesión económica, con deflación y fuerte déficit público y con un paro galopante que se acerca al 20% a pasos agigantados, que pedir subidas salariales del 2%, como mínimo. Lo está haciendo Comisiones Obreras para los funcionarios y tanto CCOO como UGT para el sector privado. Si el Gobierno fuera otro, nadie se tomaría en serio a los sindicatos; semejantes demandas incluso moverían a la risa. Por desgracia, el Gobierno que tenemos es el que tenemos y ha claudicado ante las centrales sindicales, que hacen de él lo que quieren, por culpa del temor cerval de Zapatero a que le convoquen una huelga general. Aquí no se hace nada en materia laboral que no esté en el guión de los sindicatos, como si estuviéramos en los viejos tiempos del sindicalismo vertical del franquismo, y ese es el problema, porque así ni va a haber reforma laboral, ni vamos a salir de la crisis. El Gobierno es prisionero de los sindicatos como jamás lo ha sido en la historia de nuestra joven democracia y éstos, encabezados por líderes irresponsables como Méndez y Toxo, están aprovechando para hacer de las suyas una ocasión que jamás se les va a volver a presentar.

En este contexto hay que reconocer que Díaz Ferrán es un tipo con carácter. Pedir un recorte de salarios cuando nuestros irresponsables sindicatos demandan subidas sin sentido es abrir un nuevo enfrentamiento con ellos, con ellos y con el Gobierno que les respalda. Hacerlo mientras unos y otros acusan a la CEOE de la quiebra de un diálogo social roto por culpa de las centrales y el Ejecutivo es echarle a la cosa valor. Seguir en esa línea cuando los empresarios amigos del Gobierno ya se han puesto a trabajar para tratar de moverle el sillón presidencial de la CEOE y llevar a la patronal al redil de los socialistas es demostrar un carácter y unas cualidades que pocas personas representativas muestran en este país en estos momentos.

Pero entendámonos, Díaz Ferrán no actúa como actúa porque quiera enfrentarse con el Ejecutivo, o porque piense, con toda la razón del mundo, que Zapatero, no la crisis, es el problema de la economía española. No. Lo hace porque, en contra de lo que piensan los empresarios miopes amigos del Gobierno, aquí lo que está en juego es la competitividad y la supervivencia de muchas compañías, las posibilidades de salir de la crisis y las oportunidades de crear empleo. ¿Cómo se van a generar puestos de trabajo si en un entorno de caída de ventas y de precios los salarios suben el 2% o más? Díaz Ferrán se hace esa pregunta y responde que dicha subida es imposible. Los sindicatos, por el contrario, no se plantean semejante cuestión porque siguen pensando que los trabajadores se tienen que apropiar de la mayor tajada posible del excedente empresarial y, si no lo hay, que los accionistas pongan más dinero. A estas alturas todavía no han aprendido la lección de la década de los 80, en la que estas actitudes llevaron a muchas empresas a la quiebra, dispararon los niveles de paro e hicieron imposible la creación de empleo.

Díaz Ferrán, en cambio, sabe muy bien cuáles son las consecuencias tan nefastas que traería el plegarse a las demandas sindicales y por eso actúa como lo hace. Puede que no tenga más remedio que hacerlo así, pero bravo por él.

En Libre Mercado

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