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Emilio J. González

Quedan pocos mañanas

Si España tiene problemas presupuestarios, va a tener que apañárselas por sí sola, o con la intervención del FMI, le guste o no a Zapatero. Y ese momento, como sigan así las cosas, va a llegar de aquí a unos meses.

El presidente del Gobierno lleva años aplazando las decisiones fundamentales que necesita la economía española. La prensa internacional le critica diciendo que todo lo deja para mañana porque le falta valor para hacer lo que hay que hacer. Sea esta la explicación al inaudito comportamiento de ZP ante la crisis, sea porque las medidas que hay que tomar son impopulares y, por tanto, las rechaza; sea porque sus fundamentos ideológicos le impiden tomar el camino que hay que tomar para resolver los problemas económicos del país, que pasa por más mercado y menos Estado; o sea porque, en última instancia, sigue pensando que la economía no importa, que lo que cuenta es la política, sobre todo para ganar elecciones, y que con dedicarse a ella le basta, lo cierto es que todo se aplaza. Unas veces la excusa es que no hay consenso con otras fuerzas políticas; otras, que no hay acuerdo con los sindicatos; otras más, que Zapatero no va a recortar los ‘derechos sociales’ y otras, en fin, que el contenido de la hoja de ruta para superar la crisis no se corresponde con su ideología. Excusas, como siempre, hay las que se quiera para diferirlo todo a la espera de que Europa le saque las castañas del fuego. No va a ser así.

La economía española afronta en estos momentos graves problemas: los altos niveles de desempleo que se van a mantener ahí por mucho tiempo, los problemas de los sectores inmobiliario y financiero, ambos relacionados entre sí, y, sobre todo, el fuerte déficit presupuestario cuya solución es clave para resolver todos los demás problemas, aunque algunos, como el del desempleo, necesiten de algo tan importante como la reforma laboral. Y es en el tema del déficit público donde apenas le quedan ‘mañanas’ a ZP.

Son muchos, y probablemente el Gobierno también, los que piensan que, en última instancia, si el Ejecutivo no resuelve los problemas presupuestarios, la UE acabará tomando cartas en el asunto de una u otra forma, ya que España es una de las grandes economías comunitarias y su caída arrastraría al euro y tendría consecuencias importantes para Alemania y, en menor medida, para Francia, ya que buena parte de nuestra deuda externa es con entidades crediticias de ambos países. Sin embargo, Alemania ya está dejando muy claro que, sufran lo que sufran sus bancos y cajas de ahorros, no va a poner un euro para ayudar a nadie que se haya creado sus propios problemas. Lo está diciendo alto y claro en el caso griego, pero el mensaje va también para España y Portugal. Y muy probablemente no va a cambiar de actitud, pase lo que pase, porque la postura de los germanos ante las cuestiones europeas ya no es la misma que en el pasado. Alemania ya ha pagado sus deudas con Europa y con la historia al aceptar, primero, la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), el germen de la actual UE, con el fin de enviar un mensaje de paz y reconciliación a los países europeos. Lo mismo cabe decir cuando aceptó la política agrícola común (PAC) que impuso Francia porque De Gaulle pensaba, en relación con la creación de la Comunidad Económica Europea, que no podía ser que un país como Alemania fuera a beneficiarse del mercado común para sus exportaciones industriales y siguiera adquiriendo tres cuartas partes de los productos agrícolas que consumía fuera de Europa, además de que Francia no podía seguir financiando la protección a su sector agrario si no traspasaba el problema a Europa en forma de PAC. Y Alemania aceptó y pagó las facturas. Y lo mismo cabe decir de la política de cohesión y de la unión monetaria europea, que Alemania aceptó a cambio de que los demás permitieran la reunificación del país. Pero las deudas germanas con la historia y con Europa ya están saldadas y los alemanes ya no van a seguir pagándolo todo en Europa, sobre todo cuando los gobiernos, como el griego y el español, no hacen lo que tienen que hacer. Así es que todo apunta a que si España tiene problemas presupuestarios, de deuda pública y de deuda externa, va a tener que apañárselas por sí sola, o con la intervención del FMI, le guste o no a Zapatero. Y ese momento, como sigan así las cosas, va a llegar de aquí a unos meses.

Para complicar más las cosas, todo esto se produce en un contexto de nueva subida de los precios del petróleo, que ya ha superado los 86 dólares por barril y en unos momentos, además, de debilidad del euro frente a la divisa estadounidense, lo cual va a complicar la recuperación de la economía de la UE, en general, y de la española, en particular, que es la que más dependencia tiene del crudo sin que Zapatero, como ya se sabe, haya hecho nada al respecto. Todo lo contrario, en lugar de potenciar el átomo como alternativa, se dedica a cerrar centrales nucleares y a incrementar el coste de la energía con su apuesta por las renovables. Un coste que, cuando se incrementa, deteriora la competitividad de las empresas y las obliga a seguir despidiendo trabajadores, o a no contratarlos, para poder sobrevivir.

Con este escenario, a Zapatero le queda poco terreno para seguir con su permanente huida hacia delante, con su política de dejarlo todo para mañana: porque ‘mañanas’ ya quedan pocos.

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