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Emilio J. González

Tenemos crisis para largo

ZP está cometiendo el mismo error que Roosevelt durante la Gran Depresión y Obama en estos momentos que es el de poner a los empresarios en la picota, el de demonizarlos, cuando son los empresarios los que tienen que sacar adelante a este país.

Lo malo del presidente del Gobierno es que de la lección de economía que Jordi Sevilla le impartió en dos tardes sólo consiguió retener aquello que en su momento dijo Keynes de que el crecimiento económico y el nivel de empleo dependen, en última instancia, del estado de las expectativas y, con tan corto y cuestionable bagaje, pretende hacer política económica, con lo cual los resultados son los que estamos viendo, es decir, un maquillaje permanente de la realidad para tratar de que el comportamiento económico y electoral de los españoles se adapte a sus deseos. De ahí que, mientras la realidad indica que las probabilidades de una vuelta a la recesión son cada vez mayores, el Gobierno trate desesperadamente de que los datos digan otra cosa. Para Zapatero, su forma de pensar y sus planes, exhibir una tasa de crecimiento del 0,1% en vez de una caída de la misma magnitud es fundamental, sobre todo a efectos de propaganda, cuando lo cierto es que una décima arriba o abajo dan lo mismo y lo verdaderamente importante son las tendencias de fondo. ¿Qué nos dicen éstas? Que tenemos crisis para rato, que será más largo cuanto más tiempo siga ZP en el poder.

Lo primero que debemos tener en cuenta es la forma en la que se está produciendo el ajuste de la economía española. Como al ser miembros del euro no podemos devaluar, todo el peso está recayendo, en los tres años que llevamos de crisis, en el empleo. Así se explican las cifras de paro de la economía española y que nadie se crea lo que dice el nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, de que el paro empezará a disminuir a mediados de 2011. Esta cantinela ya la hemos oído muchas veces, primero con Solbes y luego con Salgado. Ahora la única diferencia es que quien la repite ya no es el vicepresidente económico sino el titular de Trabajo, pero sigue siendo la misma, de igual forma que, como antes, siguen sin atisbarse razones por las cuales las empresas vayan a empezar a contratar gente. Lo que está sucediendo con las empresas es que están teniendo que reducir un día sí y otro también sus precios para poder vender algo. Eso se come sus márgenes y sus posibilidades de generar nuevos puestos de trabajo. Para complicar más las cosas, la cotización de las materias primas está subiendo, con lo cual los márgenes empresariales se estrechan aún más. Y, encima, Zapatero está cometiendo el mismo error que Roosevelt durante la Gran Depresión y Obama en estos momentos que es el de poner a los empresarios en la picota, el de demonizarlos, cuando son los empresarios y las empresas los que tienen que sacar adelante a este país. Son los empresarios los que crean empleo, no las administraciones públicas por mucho que se dediquen a contratar a amigos, amiguetes y allegados, como la Junta de Andalucía. Esa es la realidad, por mucho que le pese al socialismo y al sindicalismo español.

Aquí, además de contener el gasto público, hay que crear el clima adecuado para que florezcan empresas, para que crezcan y para que, con todo ello, puedan reducir el paro. Ese clima, sin embargo, lejos de estar alcanzándose, se está deteriorando día a día y así no vamos a ninguna parte.

Valeriano Gómez ahora dice también que en España va a tener que haber moderación salarial durante mucho tiempo, con el fin de recuperar competitividad. Es lógico si los márgenes empresariales se están estrechando tanto, pero tardaríamos menos en salir de la crisis, y nos costaría muchos menos parados, si se permitiera que los salarios se redujeran porque, de esta forma, el ajuste sería más rápido, se perderían muchos menos empleos, las empresas podrían bajar sus precios con más celeridad sin incurrir en pérdidas que cuestionen su supervivencia y, encima, el poder adquisitivo de los trabajadores se deterioraría mucho menos porque aunque sus retribuciones se vieran recortadas, el coste de la vida también caería. Vamos, que necesitamos una deflación con todas las de la ley. Pero aquí surgen dos problemas. Por un lado, los sindicatos se niegan a ello. De hecho, habrá que ver si efectivamente UGT y CCOO están por la labor de una moderación salarial que puede tener que durar una década. Por otro, qué solución se da al fuerte nivel de endeudamiento familiar, debido en gran medida a la burbuja inmobiliaria, un endeudamiento que pesa más cuanto menores sean los ingresos de los hogares.

Desde luego, la solución a este complicado puzzle pasa por lo que hasta ahora no quiere hacer Zapatero, que es porque se produzca de una vez por todas el ajuste de la vivienda, le cueste lo que le cueste tanto al sector de la construcción como a las cajas de ahorros, de la misma forma que pasa también porque se deje de tirar el dinero a mansalva en todos los niveles de la Administración con el fin, en primer lugar, de reducir el déficit público y, en segundo, de poder recortar los impuestos para que las familias puedan ganar poder adquisitivo y para que las empresas puedan crear empleo. Es decir, por menos Estado y más mercado. Por desgracia, el presidente del Gobierno no lo entiende así, con lo cual, a las tendencias de fondo, que hablan de crisis para rato, tenemos que sumar las consecuencias de que él lleve en el poder seis años y pueda seguir detentando el mismo durante otros dos años más. La que nos ha caído.

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