Menú
Encarna Jiménez

Del coro al caño

La visita del Papa, puntualmente seguida por los canales de televisión, y no sólo por TVE, sino incluso por Telecinco, que dio amplia información en sus telediarios durante el fin de semana, ha dado paso a la realidad, es decir a las series, los programas de entretenimiento y, sobre todo, los “reality shows” que tienen en “Hotel Glam” su ejemplo más popular y en la segunda edición de “La isla de los famosos” un hermano menor con aspiraciones.

Todavía el lunes “La 2” de TVE presentaba un especial sobre la presencia vaticana en España con apoyo de película, “ Las sandalias del pescador”, documentales y reportajes, pero, al lado, como si fuera la orilla del mal, “Hotel Glam” seguía su curso. Los grandes defensores de la telerrealidad dicen que el seguimiento de la vida de personajes y personajillos es como un culto religioso. La batalla de la comunicación, que el Papa sabe ganar, para su causa y las de los demás, tiene su correlato televisivo en la fidelidad manifestada por la audiencia a los avatares intrascendentes de media docena de famosos que intentan revalidar su popularidad en medio del tráfago electoral y de los mensajes pastorales.

Los agudos programadores de Telecinco ya han empezado a hacer parodias de sus “famosos” como si se presentaran a las elecciones. El voto loco podría acabar en el bolsillo de Pocholo a poco que se empeñaran los “capos” de Gestmusic en promover una candidatura dinamitera. Una vez concluida la fase de la guerra de Irak, Tamara y su madre, Yola y sus pretensiones, Dinio y sus confusiones sexuales han vuelto a concitar la atención de los televidentes.

La visita del Sumo Pontífice ha llenado de paz el panorama televisivo y político por unos días, pero lo que en televisión sigue mandando es la telerrealidad, la apoteosis de un culto que eleva a los altares a un grupo de extraños personajes que sacan el lado salvaje de una sociedad que pasa del cielo al infierno sin conciencia de pecado.

En Sociedad

    0
    comentarios