Hay muchas maneras de entender lo que es un servicio público en televisión, aunque dos son fundamentales: la de los telespectadores y la de los que mandan en las cadenas. “La 2” de TVE, según esos planes de la SEPI que no se cumplen nunca, tiene todos los boletos para convertirse en el canal de las obligaciones políticas y morales, y de ello tuvimos un ejemplo muy reciente. En la misma noche, Carlos Dávila en-trevistó a Manuel Chaves en “El tercer grado” y “Documentos TV” ofreció una entrevista de José Luis Balbín a la recientemente fallecida Katharine Graham, mítica editora de Washington Post. Cierto es que “Las claves” de Balbín jugaban con ventaja a la hora de satisfacer al espectador con un mínimo de interés cultural. Su entrevista, realizada no hace mucho tiempo, estaba bien producida y posproducida, documentada, con buena música y hecha con interés y conocimiento del personaje. Además hay una diferencia abismal entre el interés de la editora y el de Chaves.
Sin embargo, algo se podría haber hecho para que “El tercer grado” no hubiera sido una especie de diálogo de sordos en el que Dávila quería cumplir, de mala manera y sin documentarse, con la obligación de sacar la política autonómica a nivel nacional y pagar los compromisos de las delegaciones territoriales de TVE. En la entrevista, que más bien fue monólogo troceado de Chaves y gestos ceñudos bajo unos focos inclementes, no salieron titulares. Mucho lío de las cajas de ahorro andaluzas, que no parece que sea un tema que levante pasiones en la audiencia de toda España y alguna pregunta que consideran los políticos “de lucimiento” porque te sueltan el rollo que tienen preparado.
Entre las claras y concisas respuestas de Katharine Graham y el “politiqués” de Chaves había tanta distancia como la que hay entre el punto de vista del espectador atento a la actualidad y la cultura, y el de los políticos que exigen su cuota en las televisiones públicas con apariciones pactadas hasta con el enemigo.
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