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Encarna Jiménez

El juez plateado

Baltasar Garzón está en campaña. Hay razones de peso para pensarlo y otras aparentemente superficiales, pero muy significativas. El jueves pasado, en el programa casi monográfico que le dedicó Pedro Ruiz, en “La noche abierta” de TVE, cuando lo vimos aparecer con el mechón blanco ya un poco más extendido y difuminado y un tono plateado en el resto de la cabellera no pudimos dejar de pensar en las artes que Pilar Miró empleaba en las primeras campañas de Felipe González.

La directora de RTVE, al igual que organizó el funeral de Enrique Tierno con carrozas de las utilizadas en películas de época, se empeñó en conseguir una imagen del líder socialista que diera más confianza al electorado de centro. Para ello había que platear las sienes y darle un aire de responsabilidad y serenidad. Baltasar Garzón , en la entrevista de hora y media que le hizo Pedro Ruiz utilizó las mismas artes.

Su estrategia de imagen estaba clara: él para unos será de derechas y para otros de izquierdas. Es un hombre familiar que llora a su padre y tiene una mujer bióloga , madre, compañera y taxista de su hijos. Quizá escriba alguna vez un libro para presentarse al Planeta. Es un juez sin miedo, y tan independiente que el ciudadano puede sentirse amparado por él . Es la voz de la justicia y aprendió a trabajar duro en sus años de estudiante esforzado , hijo de una familia humilde. El dice que no es ni Dios ni el diablo, sin embargo en su aparición televisiva todo sonaba a emulación de Dios-González, aquel que le hizo picar en la política, pero no le dejó estar a su diestra. Ahora, quizá , Baltasar quiere empezar otra vez la historia desde el monte Sinaí.

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