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Encarna Jiménez

Hay que entender

Ser un espectador medio en España, en estos momentos, es conocer al dedillo cómo vive su vida un homosexual masculino. En este punto, el lesbianismo está a tanta distancia de los "gays" como las mujeres de los hombres en el conjunto de la sociedad. Desde que la audiencia de "La casa de tu vida", que acaba de cerrar con revisión y recuento de su anecdotario, decidió premiar a Juanma y David como pareja ideal para tener un inmueble donde disfrutar de su amor, los telespectadores, especialmente los de Telecinco, asisten a un "master" sobre relaciones homosexuales jamás conocido.
 
Esta semana, en "Crónicas marcianas", incluso pudimos ponernos al tanto de las distintas sensibilidades y "contraste de pareceres" sobre lo que significa la popularización de Juanma y David. Jorge Javier Vázquez, tras una entrevista con Jesús Quintero en la que, más que salir del armario hizo verdaderas confesiones —de esas que sabe Quintero sacar con su teatral puesta en escena— se manifestó crítico con la famosa pareja y lo que pueda significar. Por su parte, Boris Izaguirre, más "militanta" que nunca, hablaba de los efectos benéficos y el "buen rollo" de la pareja.
 
En el fondo, a muchos homosexuales les carga bastante que el derecho a casarse se convierta, con la perversa ayuda de la televisión, en una especie de "reserva espiritual de occidente" de la pareja estable. La obsesión por la boda no se encuentra en ninguno de los anales de la libre elección de las relaciones amorosas de los homosexuales más conscientes, sin embargo, estamos asistiendo a un festival de "bodorrios" que habrían hecho huir a cualquier concienzudo militante "gay" hace 20 años.
 
Si el feminismo, en su vertiente más analítica y consciente, empezó a morir el día que se empezaron a crear institutos de la mujer y covachuelas administrativas, la entrada de Zerolo en el Comité Federal del PSOE como máximo representante del homosexual integrado en la estructura de poder anuncia que entramos en un nuevo ciclo en el que la banalización, el tópico y la política no tiene que ser, ni es, homogéneo.
 
Entretanto, a lo que estamos asistiendo, especialmente en Telecinco, es a un cursillo acelerado de comportamientos de parejas homosexuales en el que prima, porque así lo pide la audiencia, la visión idílica del matrimonio perfecto. Ahora no toca acordarse de "La Ocaña", quemada viva por la fibra artificial de su vestido, ni la búsqueda del peligro en los clubes. Son días de celebración de orgullo, reconvertido por la televisión en comentario divertido, pareja ideal y chicos desenvueltos.

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