José María Aznar predicó el domingo con el ejemplo al asistir al programa de TVE “Negro sobre blanco” para hablar sólo de libros. Él sostiene, y es lo más razonable, que el fomento de la lectura no pasa por campañas costosísimas –aún se recuerdan aquellos anuncios absurdos con monos que se ponían un libro en la cabeza-. Eso sirve para que las empresas publicitarias se ganen la vida. Lo que vale, y así lo manifestó en el programa de Fernando Sánchez Dragó, es que TVE y otras cadenas de televisión se interesen por la cultura y que en los centros de enseñanza se inculque el amor al libro.
En la entrevista de hora y media que dedicó “Negro sobre blanco” a las lecturas del Presidente del Gobierno algunos podrán ver el afán de Aznar por mostrar un lado bueno, o el de Sánchez Dragó por asentar su programa y reclamar mejor horario, pero el propio desarrollo del programa y la clara alusión de Aznar a que si había cualquier movimiento para que Sánchez Dragó apareciera antes de la medianoche sería contraproducente para el director, dejó las cosas en su sitio. No cabe duda de que la imagen de un presidente lector, con especial dedicación a temas históricos y poesía, que se ofreció es beneficiosa para él. La tradición familiar, la ausencia de sectarismo y la preocupación por los temas españoles, que aparecieron como los tres ejes principales de sus lecturas, no son una mala tarjeta de presentación, pero su sometimiento a las reglas del juego, que incluían el tuteo por parte de Sánchez Dragó y no alterar el estilo del programa, pausado y a veces un poco pesado, subrayó el carácter ejemplar de cómo se puede atender a programas minoritarios.
Los libros de Aznar nos llevaron de Plutarco a Popper y de García Montero a San Juan de la Cruz. No faltó un repaso a Baroja y a la generación del 27. Azaña, Laín Entralgo, Plá, Gimferrer, Julián Marías, Sábato y Benitez Reyes, entre otros, salieron a colación en una larga entrevista en la que no apareció ningún libro “ Kleenex” o de circunstancias.
“Negro sobre blanco” se marcó un tanto al llevar al Presidente del Gobierno y, posiblemente, creará escuela. Hay muchos políticos que quieren enseñar su biblioteca y muchas cadenas de televisión que pueden copiar la iniciativa en su versión autonómica, jocosa, laudatoria o propagandística.
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