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Encarna Jiménez

Lío en el bufete

Las series de abogados han tenido antecedentes ilustres incluso en TVE. Hace un millón de años, que son unos quince en televisión, “Anillos de oro” fue un verdadero pelotazo en términos de audiencia. Ana Diosdado, con Imanol Arias de estrella, consiguió que la audiencia se colgara con las idas y venidas de unos abogados encargados de arreglar asuntos matrimoniales, y la norteamericana “La ley de Los Angeles” ha sido en la última década una verdadera escuela para los estudiantes de derecho. Con propósitos más humildes, empezó esta semana en la cadena pública “La ley y la vida”, una teleserie ambientada en un bufete madrileño que espera darle un poco de aliento al decaído departamento de ficción de TVE.

Como corresponde a estos tiempos de clonación, “La ley y la vida” no intenta ser original, sino coger el aire de culebrón de “El Super”, con un malo que se llama Lalo interpretado por Andoni Ferreño, un bueno rescatado de “Siete vidas” que es Toni Cantó, cada vez más flaco e increíble padre de una chica de catorce años con el ombligo al aire, y chicas buenas y malas que ponen en peligro la estabilidad familiar y laboral. La serie cumple los imprescindibles requisitos de calidad para ser emitida, pero no pasará a los librillos de historia de la televisión. Los guionistas están demasiado ocupados en recortar y pegar escenas de cualquier producción española o americana para tener tiempo de inventar algo novedoso. Es una serie para fanáticos de escenas cotidianas con actores repetidos en situaciones ya vistas.

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