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Encarna Jiménez

Operación fracaso

El galimatías con el sistema de votaciones de la segunda entrega de “Operación Triunfo” es la mayor prueba de que el concurso no tiene el tirón del año pasado. TVE ya puede despedirse del impacto que tuvo con la cuadrilla de Bisbal, Bustamante y la célebre “Rosa de España”, que ahora se presenta como un “juguete roto” del engranaje musical y televisivo.

La razón, quizá oculta, de que el público no siga con la misma pasión este concurso que le valió a TVE alcanzar una audiencia de más de 11 millones de telespectadores la temporada pasada, se encuentra en que la maquinaria de “La Trinca” no tiene el mismo empeño en la “Academia”. Ya no está Sardá potenciando a los concursantes, se divierte más convirtiendo a Rafa de “Gran Hermano” en candidato “gay” y sirviendo a los intereses de la cadena que lo cobija, Telecinco.

Los chicos y chicas de “Operación Triunfo 2” no cantan peor que los anteriores. Quizá tienen menos personalidad, porque representan el papel de clones que les pide el tinglado musical y aún no se han significado por historias rosas, pero harán su papel de aquí a la primavera. No hay tanta gente que esté al día sobre los seleccionados por el jurado y los profesores para llegar a la final de Eurovisión. Ainhoa, Joan Tena, Beth, Manuel Carrasco, Hugo o Miguel Nández están preparados para que el público elija a sus favoritos, pero flota en el ambiente que la “OT” de este año no va a ser la misma. Carlos Lozano se muestra más apesadumbrado que entusiasta, Nina está de vuelta, y los telespectadores se reservan a la espera de mayores acontecimientos.

TVE ya no va a tener el balón de oxígeno que les supuso “OT” en el 2002. Sin el pelotazo fabricado por “Gestmusic” y el descanso de “Cuéntame”, con su pareja empleada en las rebajas de “El Corte Inglés”, la cadena pública se tendrá que agarrar al “Tiempo” si quiere mantener el liderazgo en los índices de audiencia.

En la última sesión de “Operación Triunfo”, un tedioso programa en el que el jurado y los profesores presentaron los participantes que, a su entender, debían llegar a la final, quedaron seleccionados unos cuantos chicos guapos y de buen carácter a los que no se les ve la chispa que incendió al público en la pasada edición. Una chispa que ha quemado un campo casi en barbecho.

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