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Encarna Jiménez

Pradera cambia de casa

El fichaje de Máximo Pradera por Antena 3 es uno de esos mo-vimientos que alegran el panorama de la aburrida, por previsible y repetitiva, oferta de las cadenas de televisión. Aunque la idea de Antena 3 es que, después del verano, el chico más conocido de Canal Plus le haga la competencia a Javier Sardá con algo más de finura, aún no sabemos dónde caerá Máximo.

Pradera puede aportar un grupo de seguidores que se ríen con algunas de sus gracias y mantienen con él cierta complicidad de “modernos con estilo y sin complejos” que no le viene mal a Antena 3, donde el desparpajo brilla por su ausencia, pero es difícil que, si el público de la noche se ha acostumbrado al vociferante circo de “Crónicas marcianas” se pase en bloque a la competencia. La deriva de Sardá al modelo de Pepe Navarro deja un hueco para el telespectador más tranquilo que no ha pillado de ninguna manera TVE. El hijo de Canal Plus tiene ahora la oportunidad, bien pagada, de contrastar en una cadena en abierto hasta dónde llega su popularidad.

El fichaje de Máximo Pradera, además, propina un nuevo bofetón a Pepe Navarro, que no se repone ni haciendo de papá bueno ni de gangster. Sin embargo, lo más interesante del desembarco de Pradera, además de constatar el reajuste que se está llevando a cabo en las “Teleprisas”, es cómo evolucionará su comportamiento en escena cuando no se habla de cenáculos restringidos sino de audiencias medidas día a día. Si este fichaje tan sonado le sale a Antena 3 como el de Isabel Gemio, la cadena tendrá un motivo más para tirarse de sus millonarios pelos, pero, en todo caso, y hasta que no veamos cómo resbala Pradera y su equipo, hay que celebrar que la cadena de Telefónica esté pensando en hacer programas que no sean la sempiterna gala de caspa y lentejuelas.

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