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Francisco Capella

Catástrofes intelectuales

Malo es el médico que receta veneno para una enfermedad. Como Felipe González, que propone soluciones políticas para la actual crisis: "más liquidez, menos tipos de interés y recuperar el razonamiento de Keynes". Más intervencionismo estatal y más socialismo, como si no tuviéramos ya suficientes problemas. No sorprende que nuestro antiguo presidente proponga estas necedades, pero es de muy mal gusto por su parte hablar estos días con descaro del "casino financiero internacional". O sea, que los miles de víctimas del World Trade Center eran algo así como crupieres o ludópatas, responsables de las dificultades económicas actuales. Se les ve el plumero a los enemigos de la libertad y del capitalismo. No son capaces ni de respetar la memoria de los muertos recientes.

José Vidal-Beneyto quiere "sacar a Bush de su autosatisfecho aislacionismo", "revisar las esperanzas en el automatismo liberador del mercado" y conseguir un "gobierno democrático mundial" más justo y solidario. No importa lo que los norteamericanos que eligieron a Bush quieran, los neosocialistas se sienten legitimados para decirle a su presidente lo que tiene que hacer, y le obligarán a participar en todos los problemas del mundo. Tampoco importa que lo que hoy muchos entienden por justicia y solidaridad es en realidad injusticia coactiva. Si los estados nacionales ya demuestran su incompetencia y nocividad para los ciudadanos, imagínense lo mismo a escala mundial.

Sami Naïr, eurodiputado socialista francés, menciona como factores de difusión de la amenaza global a la "mercantilización generalizada", igualito que los talibanes que condenan el materialismo consumista. Joaquín Estefanía también recomienda las desastrosas recetas keynesianas: incremento del gasto público para hacer política anticíclica, "desplazar la inversión del sector privado al sector público". Lo que equivale a confiscar la riqueza de los contribuyentes, gastarla en proyectos políticos y agravar los problemas del ciclo económico. Eso sí, con la pretensión, encima, de que con ello se promueve el bienestar de los ciudadanos.

En los Estados Unidos, algunos ciudadanos se han quejado de que ciertos comerciantes cobraban precios "abusivos", e incluso algunos estados declararon el estado de emergencia para permitir la detención de los responsables. Pero no han aclarado qué precios serían correctos. ¿Cómo quieren que los precios permanezcan iguales después de unos cambios tan enormes en las circunstancias económicas? EEUU es, posiblemente, la nación más capitalista del mundo. Sin embargo, los propios estadounidenses se hallan lejos de comprender que el funcionamiento de un mercado libre se basa en el respeto de los derechos de propiedad y en la libertad de contratos. No hablemos de los ciudadanos del resto del mundo.

Respecto a la impresionante arquitectura de las Torres Gemelas, diversos comentaristas han hablado de vanidad, de prepotencia, de necedad o locura al construirlas, incluso de "orgullo de la arquitectura fálica" (qué obsesión sexual tienen algunos). Los mediocres son incapaces de reconocer y admirar los logros de la inteligencia y el esfuerzo de los seres humanos. Tal vez alguien llegue a proponer que ahora se construyan chalés independientes en el bajo Manhattan.

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