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Francisco Capella

Demandas por tabaco

Varias asociaciones de afectados de cáncer de laringe han demandado colectivamente a la industria tabaquera española, a la que consideran causante de su enfermedad. Afirman que el dinero de la indemnización no es para el lucro personal, sólo lo quieren para ayudar a recuperar la voz y la autoestima de miles de afectados: adquirir locales, gastos de funcionamiento, gastos médicos y de rehabilitación. Parecen bien asesorados por abogados expertos en relaciones públicas: hay que evitar el lucro particular, que suena fatal, y dar algo de pena para tener apoyo popular. Pero si realmente han sido agredidos o estafados mediante productos adulterados tienen derecho a mucho más, y la indemnización es independiente de en qué quieran gastarse el dinero.

La industria tabaquera no causa por sí misma ninguna enfermedad, como puede comprobarse por la inexistencia de efectos del tabaco entre los no fumadores, especialmente si trabajan en un estanco. Son los propios fumadores quienes se causan a sí mismos el daño por un hábito que no saben controlar. Es el fumar en exceso (es decir, depende de la cantidad y la frecuencia) lo que provoca problemas de salud, y no la producción y venta de tabaco. Para que el tabaco cause daño hay que fumarlo, y fumar es decisión personal y privada de cada individuo. Toda adicción puede vencerse con suficiente fuerza de voluntad. ¿Tienen estas presuntas víctimas alguna forma de demostrar que intentaron dejar de fumar, o tal vez disfrutaban con su hábito? ¿Solicitaron a alguien que les impidiera fumar por la fuerza? Parece que no se quejaban mientras no sufrían los posibles daños (inflingidos a sí mismos) de su vicio. Sólo protestan cuando tienen que asumir las consecuencias de sus propios errores.

Los afectados solicitan que las compañías demandadas inserten en los productos que fabrican los componentes que contienen estos productos, con especial hincapié en los que provocan cáncer. En justa correspondencia se espera que los fumadores muestren públicamente y de forma bien visible un aviso acerca de sí mismos, a elegir entre:

a) Soy una persona madura, consciente, responsable de mis actos; conozco los riesgos y peligros del hábito de fumar y los asumo plenamente; renuncio a cualquier reclamación posterior por daños y perjuicios.

b) Soy una persona inmadura, inconsciente, e irresponsable; soy una marioneta sin carácter, ni personalidad, ni capacidad de decidir por mí mismo; la publicidad me convence de cualquier cosa; soy un adicto a un vicio que me domina; necesito que se me considere mentalmente incapacitado, que se me quite mi derecho al voto para no afectar a personas inocentes y se me asigne un tutor que me vigile.

Las artimañas legales a las que van a recurrir los abogados de este caso son llamativas: según diferentes leyes, el tabaco es un producto nocivo para la salud, los productos que son nocivos para la salud son considerados peligrosos, y todo producto peligroso se considera defectuoso. ¡Todo producto peligroso, como por ejemplo un paracaídas, un avión o un arma, es automáticamente defectuoso! Pobres ingenieros, que no saben construir adecuadamente productos peligrosos.

La Administración concede la justicia gratuita a las asociaciones sin ánimo de lucro y de interés público para que puedan afrontar un pleito con la tranquilidad de que, de perder, no tendrán que pagar las costas del juicio, que en un proceso de este tipo podrían ser muy altas. O sea, que encima los ciudadanos inocentes tienen que pagar las facturas de los picapleitos de los irresponsables que no saben cuidar de sí mismos. ¿Si pierden no se ha demostrado que no tienen razón? ¿No han contribuido de forma inútil al colapso del sistema judicial, dificultando la resolución de conflictos que sí son auténticas agresiones? Y por otra parte ¿cómo puede haber alguien que espere que el Estado resuelva este problema cuando gran parte de su financiación (un billón de pesetas al año en impuestos especiales) depende de que el mismo se mantenga?

¿Por qué no demandan los afectados a los estanqueros que les vendieron el tabaco? Tal vez porque el dinero y la mala imagen pública los tienen las grandes compañías tabaqueras. "¿Por qué roba usted bancos?", le preguntaron a un ladrón. "Porque ahí es donde está el dinero".

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