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Fundación Heritage

Prevenir el uso de ADM

Al-Qaeda alquila una furgoneta, conduce una bomba nuclear rusa de 10 kilotones hasta Times Square y la detona. Times Square desaparece inmediatamente ya que el calor de la explosión alcanzaría millones de grados centígrados.

Siete años después del 11-S, estábamos de camino a Pakistán cuando una explosión destruyó el hotel Marriott en la capital. Nos encontrábamos a punto de hospedarnos en ese mismo hotel. El haber escapado por poco de algo así nos sirvió de claro y aleccionador recordatorio de que vivimos en tiempos muy peligrosos.

Murieron más de 50 personas en ese ataque. Si hubieran usado un arma de destrucción masiva, la cifra de víctimas se habría multiplicado exponencialmente. En un informe que publicamos este mes y que es el resultado de medio año de investigación y análisis por parte de la "Comisión para Prevenir la Proliferación de Armas de Destrucción Masiva y el Terrorismo" se explica con claridad la magnitud del problema. 

Nuestro margen de seguridad no está creciendo, en realidad se está reduciendo. Según la trayectoria actual, de hecho creemos que hay más probabilidades de que se use un arma de destrucción masiva ­–biológica más que nuclear– contra alguna parte del mundo antes de que acabe el año 2013.

No hace falta que se le recuerde a los neoyorquinos que su ciudad es un objetivo principal. Nuestro informe propone recomendaciones que pueden ayudar a reducir esa amenaza. Durante la elaboración del informe, nos enteramos por el alcalde Michael Bloomberg y el jefe de policía Raymond Kelly de que Nueva York lidera al resto del país en su preparación para lo impensable. Pero el presidente electo Barack Obama y el Congreso de Estados Unidos pueden y deben hacer más, mucho más.

  • Centrarse en el bioterrorismo: Debemos elevar la prioridad de la forma más probable de ataque –el bioterrorismo– movilizando a la comunidad científica para que desarrolle protocolos que prevengan el mal uso de la investigación científica. Hay que instituir reglas más estrictas de supervisión en nuestros laboratorios y elevar la seguridad de los mismos en todo el mundo. Hay que mejorar nuestro tiempo de reacción en caso de ataque y educar a la opinión pública para prevenir el pánico. Y debemos liderar a la comunidad internacional en el desarrollo de un plan de acción para la adhesión y cumplimiento de la anémica Convención de Armas Biológicas de hace 36 años.
  • Cambiar la política hacia Pakistán: Nuestros más altos agentes de inteligencia continúan advirtiendo de que el siguiente atentado terrorista contra Estados Unidos o algún aliado probablemente se originará en Pakistán. El Gobierno americano debe intensificar sus esfuerzos para destruir los refugios terroristas, asegurar el material nuclear y biológico en Pakistán, combatir y derrotar la ideología extremista, así como obstaculizar la naciente carrera armamentística nuclear en Asia.
  • Dar nuevo vigor la agenda de la no proliferación nuclear: Corea del Norte ha llevado a cabo el ensayo de un arma nuclear e Irán está desarrollando rápidamente una infraestructura que le permitirá construir arsenal de este tipo. Debemos ser decididos en nuestra intención de detener estos peligrosos programas, consolidando la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) con más autoridad y recursos, mientras que siguen adelante otras iniciativas firmes para detener el tráfico de material nuclear.

¿Qué daño podría ocasionar un ataque nuclear contra Nueva York? Graham Allison, comisionado de armas de destrucción masiva y director del Centro Belfer para la Ciencia y Asuntos Internacionales de la Universidad de Harvard, esboza este panorama en su libroTerrorismo Nuclear: La última catástrofe evitable:
Al-Qaeda alquila una furgoneta, conduce una bomba nuclear rusa de 10 kilotones hasta Times Square y la detona. Times Square desaparece inmediatamente ya que el calor de la explosión alcanzaría millones de grados centígrados. El distrito teatral de Broadway, Grand Central, el centro Rockefeller, el Carnegie Hall y el Empire State desaparecerían literalmente en un abrir y cerrar de ojos... Matarían a medio millón de personas que a mediodía suelen estar en un radio de 800 metros del lugar de la explosión. Cientos de miles más morirían debido al derrumbamiento de edificios, incendios y la lluvia radiactiva.
Al igual que este panorama, nuestro informe no dora la píldora sobre la amenaza. El mundo está en peligro. Pero no estamos desamparados. Nuestras recomendaciones, si se adoptan sin demoras y de forma decisiva, pueden aumentar el margen de seguridad para Nueva York, Estados Unidos y el mundo entero.

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