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Gabriel Calzada

Privilegios bananeros

La Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias se apresuró a celebrar la ruptura del acuerdo con anuncios a toda página en la prensa de las Islas Afortunadas pidiendo que nunca se dejen entrar libremente las bananas.

La Ronda de Doha, el proyecto de acuerdos multilaterales a través del cual la Organización Mundial del Comercio pretendía liberalizar las transacciones internacionales, ha fracasado una vez más de manera estrepitosa. Con ella ha naufragado también el acuerdo entre la Unión Europea y los países Latinoamericanos para penalizar un poco menos la entrada en Europa del banano procedente de Latinoamérica. Aunque este acuerdo, que saldaba políticamente las disputas que mantienen ya desde hace 16 años los políticos de estas dos regiones, no formaba parte de la Ronda de Doha, bastó que se anunciara la ruptura de las negociaciones de la ronda para que los europeos promulgaran a los cuatro vientos que no firmarían el trato alcanzado unos días antes para reducir el arancel del plátano de manera progresiva. 

La misión era casi imposible. A la burrocracia internacional, a la que no le duele en el bolsillo que no se llegue a un acuerdo comercial que alivie la pobreza, se le pedía llegar a un acuerdo que contentara al mismo tiempo a los productores agrícolas de los países pobres y a los privilegiados lobbistas europeos de la Política Agraria Común.

Doha reventó por la detonación de un cóctel intervencionista de teorías erróneas e intereses de los grupos privilegiados. Por un lado, nuestros políticos defienden total o parcialmente las medidas que los enemigos tratan de imponernos en tiempos de guerra, que no es otra que limitar nuestras importaciones, ya sea mediante sitios, bloqueos, cañones o aranceles. Por el otro, la casta de privilegiados que ha crecido a la sombra de la Política Agraria Común y otras políticas del Estado del malestar europeo, no está dispuesta a perder sus prerrogativas por banalidades como dirigirnos hacia un mundo más justo donde impere la libertad comercial y ayudar así a reducir la pobreza.

Los lobbies europeos, los que nos toman por rehenes y nos exprimen metódicamente para extraernos el jugo día sí, día también, están de enhorabuena. Celebran por todo lo alto que usted y yo no podamos intercambiar en libertad, directa o indirectamente, diversos productos con los necesitados productores de otros países. Un buen ejemplo de estas castas que usan la violencia para impedirnos intercambiar en libertad la encontramos en el sector del plátano. La Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias se apresuró a celebrar la ruptura del acuerdo con anuncios a toda página en la prensa de las Islas Afortunadas pidiendo que nunca se dejen entrar libremente las bananas centroamericanas en la Unión Europea.

Aparte de la hipocresía que supone estar todo el tiempo hablando de solidaridad y ayuda al desarrollo para después impedir por la fuerza lo que realmente puede permitir el progreso de los países pobres, estas políticas agreden a casi todos para proteger a unos pocos privilegiados y dejan la imagen de Canarias y de toda España por los suelos. Si hay un sector estratégico para el desarrollo de las sociedades, ese es el comercio libre. No dejemos que sea secuestrado y mutilado por los intereses espurios de políticos, burrócratas y pseudo empresarios.

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