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Antiterrorismo en el Sahel

AQMI continúa desafiando al mundo, tanto al africano como al europeo. Sería deseable que este respondiera con rigor al desafío, no dejándose llevar por las soluciones fáciles.

Con la liberación el 16 de abril de la pareja italiana ya sólo quedan en manos de los terroristas de Al Qaeda en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) dos ciudadanos españoles: Albert Vilalta y Roque Pascual. Ahora, como sucediera con la liberación de Alicia Gámez en marzo, vuelven a repetirse los comentarios sobre el buen trato recibido y sobre la necesidad de agilizar los trámites para que los aún cautivos regresen.

Lo cierto es que parece que estos últimos secuestros de occidentales, y las tan mediatizadas negociaciones para liberarles, han sido la gota que ha hecho colmar el vaso de la aparente inacción a un lado y otro del Mediterráneo occidental frente a lo que es una amenaza en toda regla. En efecto, ahora todo parece firmeza aunque ello va unido al hecho de que no sabemos qué habrá ofrecido Italia a los terroristas para ver a sus ciudadanos liberados. Se ha hablado de la posible liberación de presos en Mauritania pero este país ha anunciado un importante juicio para mayo en el que juzgará, entre otros, a los presuntos autores del asesinato de una familia de cuatro turistas franceses. Este país magrebí y saheliano forma frente común desde hace tiempo con Argelia, Malí y Níger y, según anunciaba el día 20 el Ministerio de Defensa argelino, el día 15 los cuatro se habían comprometido a colaborar en la instalación en la localidad meridional argelina de Tamanrasset de una estructura militar para actuar mejor contra este terrorismo transfronterizo, así como contra toda una serie de tráficos ilícitos que cada vez están más interrelacionados con aquel. Aún no se sabe si Burkina Faso, Chad y Libia, involucrados los tres en el "grupo de los siete" que desde marzo se han reunido en Argel a distintos niveles –desde los Ministros de Asuntos Exteriores hasta los responsables de los servicios o los jefes de Estado Mayor–, se incorporarán de alguna manera esta nueva estructura.

Por otro lado, estas iniciativas puramente africanas y de carácter permanente van a solaparse con un ejercicio multinacional liderado por los Estados Unidos, el "Flintlock 10", que entre el 2 y el 23 de mayo implicará el trabajo en común sobre el terreno de efectivos de las Fuerzas Especiales estadounidenses con militares de Burkina Faso, Malí, Mauritania, Nigeria, Senegal y –por primera vez sobre el terreno–, también de España. Como se recordará estos ejercicios anuales "Flintlock", vinculados a las iniciativas antiterroristas de los EEUU en la zona –la Iniciativa Pan Sahel, primero, seguida de la Iniciativa Trans-Sahariana Contraterrorista después– y desde 2009 coordinados ya por el Mando Africano de los EEUU (USAFRICOM), tienen su nombre unido a uno de los más luctuosos ataques terroristas en suelo saheliano-magrebí: en junio de 2005, coincidiendo con el inicio de "Flintlock 05" que tuvo entre otros escenarios Mauritania, el entonces Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) argelino –embrión de AQMI–, asesinó en Lemgheity, en el noreste de este país, a 17 militares mauritanos.

Con matanzas como esa o similares, que antes y después se han producido en escenarios como Argelia, Malí o la propia Mauritania, y también con secuestros como el que sigue torturando a nuestros compatriotas, AQMI continúa desafiando al mundo, tanto al africano como al europeo. Sería deseable que este respondiera con rigor al desafío, no dejándose llevar por las soluciones fáciles.

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