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El paradigma de la estabilidad

Kennan nunca dejó de ser respetado por todos por su papel histórico, su brillantez y su integridad personal, algo que hoy día parece que no puede mencionarse ni como elogio

Es una llamativa coincidencia que tras una vida de 101 años George F. Kennan haya venido a desaparecer en el momento en que los objetivos fijados por el presidente Bush a la política exterior americana hayan arrumbado en su país el paradigma de relaciones internacionales del que él fue arquitecto y máximo exponente.
 
Kennan diseñó la estrategia de contención para frenar el expansionismo y finalmente acabar con el peligro soviético. Por esa hazaña, el adjetivo más usado en los comentarios y necrológicas que su fallecimiento ha suscitado es el de “gigante”, aunque algunos hablan también de “leyenda”, por supuesto, en sentido altamente positivo. Pero es un personaje que sólo resulta familiar, incluso en su país, para los avezados en relaciones internacionales.
 
Diplomático de carrera, con dominio del ruso, francés y alemán, era el segundo de Averell Harriman en la embajada de Moscú en 1946 cuando el departamento de Estado le pidió ayuda para entender el fenómeno soviético. Eran otros tiempos en los que una buena parte de las políticas exteriores nacionales se fraguaban sobre el terreno en las embajadas. Kennan envió un cable de 8.000 palabras conocido como el “telegrama largo”, posiblemente el más influyente de la historia.
 
El ya veterano diplomático, que había visto en directo las purgas de los años treinta, nunca compartió en lo más mínimo el entusiasmo de sus compatriotas por el “tío Joe”, el valioso aliado de guerra. Ni sobre Stalin ni sobre su sistema se hacía las más mínimas ilusiones. Oponerse a su expansión le parecía la prioridad absoluta. Consideraba al sistema “impermeable a la lógica de la razón” pero “altamente sensible a la lógica de la fuerza”. Su receta fue la contención, basada en la fe en la superioridad del sistema democrático y los valores americanos, lo que supone un nexo de unión o más bien una raíz común con lo que Bush propugna actualmente. Basada también en la convicción de que el comunismo era inviable y si se lo contenía era sólo cuestión de tiempo que se desmoronase por dentro.
 
Sus ideas fueron recibidas como agua de mayo por el secretario de la Marina, James Forrestal, preocupado de que los recortes posbélicos redujesen el poder naval americano. Él fue el que al año siguiente, 1947, promovió la publicación de las ideas del telegrama en forma de artículo, “Las fuentes del comportamiento soviético”, con “X” por toda firma, en Foreign Affairs, entonces y ahora la revista de política internacional más importante del mundo. Probablemente fue Forrestal el que introdujo un cierto componente militar en la contención, en el que, luego se demostró, Kennan no creía mucho. Él fue siempre una paloma y el triunfo de su idea supuso la derrota de la opción opuesta, el roll back, hacer retroceder las fronteras del imperio soviético, que defendía el otro gigante legendario de la política americana de la posguerra, su contemporánea Paul Nitze, cuatro años más joven, fallecido hace apenas un año, autor de la doctrina Truman y activo en política durante mucho más tiempo que su rival, pues Kennan pasó muy pronto al mundo académico.
 
Aunque su preferencia por lo que Joseph Nye ha bautizado comosoft powery su obsesión hiperrealista por la estabilidad hasta casi el inmovilismo lo ha hecho objeto de las críticas no ya de halcones y neoconservadores sino incluso de muchos moderados de su propio campo, Kennan nunca dejó de ser respetado por todos por su papel histórico, su brillantez y su integridad personal, algo que hoy día parece que no puede mencionarse ni como elogio. Si elequilibrio del terrordefinido por Churchill le proporcionaba justificación a esa preferencia por la estabilidad ante todo, el megaterrorismo ha convertido el culto a la estabilidad en el mayor de los peligros y la gran coartada contra la expansión de la libertad. La nueva doctrina Bush trata de enterrarlo en el momento que su máximo apóstol nos abandona.

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