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GEES

La proyección de AQMI

Nos encontramos pues con otro fraccionamiento potencial de un país en el continente, como está ocurriendo en Costa de Marfil y como probablemente va a consolidarse este verano en Sudán.

La violencia generada en estos días en el norte de Nigeria no es nueva, ni está sólo ligada al desarrollo de las elecciones presidenciales en este gran país de África Occidental, sino que debe ser vista también como parte del esfuerzo de los yihadistas salafistas, autóctonos y foráneos, por llevar adelante su particular yihad guerrero. El papel de los yihadistas magrebíes de AQMI en la dinamización de esta violencia debe de importarnos a los españoles en particular y a los europeos en general, por lo que tiene de frente adicional al tradicionalmente fijado por estos terroristas en el Magreb y en el vecino Al Andalus.

Los analistas que consideraban marginal el factor islamista en las elecciones nigerianas esperaban unos comicios tranquilos, pero ahora tendrán que reconocer su error al marginar un factor importante en los mismos. Cuando se anunció el 17 de abril la victoria del cristiano Goodluck Jonathan los norteños –partidarios del candidato musulmán, el General Muhamadu Buhari– se lanzaron a quemar iglesias y a atacar sin piedad a los seguidores del renovado presidente actual. Aquí además los resultados son esclarecedores –22,5 millones de votos para Jonathan frente a 12,2 millones para Buhari– pero poco les importa eso a quienes quieren crear un emirato islámico en el norte de este gran país africano. Nos encontramos pues con otro fraccionamiento potencial de un país en el continente, como está ocurriendo en Costa de Marfil y como probablemente va a consolidarse este verano en Sudán, pero el doble agravante de Nigeria es que este, de producirse, tendría a yihadistas como protagonistas y por el momento ya está contribuyendo a desestabilizar aún más la franja del Sahel.

Está claro que los ánimos dados por Abdelmalek Drukdel, emir de AQMI, no han caído en saco roto, y que escenas parecidas a las que hemos visto estos últimos meses en Túnez, en Egipto o en Libia se dan también en algunas zonas de Nigeria, es especial el asalto a prisiones y la nefasta liberación de presos en el norte del país. Los terroristas de Boko Haram, a los que se apoya sin cesar en los sofisticados vídeos del Instituto de Comunicación "Al Andalus" de AQMI, llevan meses atacando objetivos en ciudades como Jos, escenario también ahora de furibundas protestas: en esa ciudad mataron la pasada Navidad a un centenar de personas, muertos cristianos que pasaron en buena medida desapercibidos en el resto del mundo ante las matanzas más mediáticas, también de cristianos, producidas en Egipto y antes en Irak. Aparte de Jos, los enfrentamientos han sido intensos en localidades como Kaduna y aunque el candidato perdedor, Buhari, ha llamado a la calma, la intensificación de la violencia puede darse en una dimensión distinta a la puramente política y electoral. A los terroristas de Boko Haram les importan poco las urnas pues su guerra "sagrada" está mucho más allá de esa actividad pecaminosa que es el ejercicio de la democracia.

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