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Las estrategas

El inaudito sopapo diplomático que el portavoz de la OTAN ha dado a Chacón no ha surtido efecto, porque la ministra sigue en las mismas. Pese a la llamada de atención, le sigue indignando la implicación de las tropas estadounidenses en Afganistán.

¿Su ignorancia, su ingenuidad, su soberbia, su afán de protagonismo? ¿O quizá el haberse rodeado de malos consejeros? ¿Qué lleva a la ministra de Defensa, Carmen Chacón, a crecer en desaciertos en cada una de sus intervenciones? Colea aún su comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso para explicar las circunstancias del ataque a una patrulla española en Afganistán, en la que murieron dos de nuestros soldados. En ella volvió a atribuir el deterioro de la situación en Afganistán a los errores militares de Estados Unidos y propuso, por enésima vez desde que asumió el cargo, una nueva estrategia de los aliados y una mayor cooperación entre la ISAF y las fuerzas estadounidenses integradas en la operación Libertad Duradera. Una vez más, la titular de Defensa se permitió el lujo de descalificar a los aliados de España para escurrir el bulto de lo que es responsabilidad de un ministro de Defensa.

Pocas veces la OTAN le llama la atención a uno de sus miembros como ha ocurrido con Chacón. El portavoz de la Alianza Atlántica, James Appathurai, preguntado días después de la comparecencia de Chacón por las propuestas de la ministra, recordó a la española lo que aún no le entra en la cabeza: que la OTAN tiene una estrategia en Afganistán, que tiene un plan operativo y un plan político-militar (que tiene en cuenta y es coherente con el plan operativo), y que todas la innovadoras propuestas de Chacón llevan tiempo impulsándose y desarrollándose en la Alianza Atlántica, desde la implicación con los socios regionales a una mayor reconstrucción civil.

Appathurai recalcó además que existe una coordinación excelente entre la ISAF y Libertad Duradera. ¿De qué sirve que el general McKiernan sea a la vez comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán y de la misión de la OTAN si no es para garantizar una mayor y efectiva coordinación entre las dos operaciones y consolidar las reglas de los soldados en el terreno? "Por supuesto, siempre se puede mejorar", explicó el portavoz de la OTAN, tras recordar a Chacón algo evidente: que los talibanes utilizan a la población civil como escudos humanos como en una de sus últimas masacres durante una boda en Kandahar.

Sin embargo, el inaudito sopapo diplomático que el portavoz de la OTAN ha dado a Chacón no ha surtido efecto, porque la ministra sigue en las mismas. Pese a la llamada de atención, le sigue indignando la implicación de las tropas estadounidenses en Afganistán y se ha atrevido a sugerir que, junto a la ISAF, se ponga bajo el mando de la ONU, mostrando un total y absoluto desconocimiento de la realidad política y militar del país. No sabemos a qué se dedica, pero en sus pocos meses al frente del ministerio de Defensa –aparte del talle de los uniformes–, no ha aprendido absolutamente nada de lo que son unas Fuerzas Armadas, de lo que representa ser un miembro de la Alianza Atlántica, de lo que es y significa Estados Unidos, de lo que hoy encarna Naciones Unidas y de lo que son las guerras actuales. Ni siquiera la humillante llamada de atención de la OTAN ha hecho que se entere de dónde y para qué está.

Para apoyar el ridículo de la titular de Defensa ante sus colegas de la OTAN, ha hecho aparición en escena una nueva estratega militar, la vicepresidenta De la Vega. Fue durante la celebración de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN que se celebró en Valencia. A pesar de la bronca de Appathurai a Chacón y después de que Jaap De Hoop Scheffer pidiera mantener la inversión de defensa y volviera a reclamar a los aliados que redoblen sus esfuerzos ante el reto que supone la misión en Afganistán, De la Vega exigió reorientar la estrategia internacional bajo el liderazgo de la ONU, lanzó unos cuantos puyazos contra Estados Unidos y matizó que la aportación de España en Afganistán es la adecuada. Ante el estupor generalizado, se quedó tan ancha. Como Chacón, De la Vega debería aprender mucho, como mínimo el respeto a los aliados, si quiere dar lecciones sobre guerras y estrategias. Eso sí, a diferencia de Chacón, De la Vega no corre peligro de hacer el ridículo en el exterior, porque a ella no le llaman la atención los organismos internacionales por no enterarse de las cosas. Eso que gana.

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