Menú
NO HUBO MOTIVO APARENTE

Un testigo presencial asegura que la matanza real en Nepal fue obra del heredero Dipendra

El diario estadounidense “The Washington Post” publica un testimonio inédito de un testigo presencial que detalla la masacre ocurrida en el palacio real de Katmandú (Nepal), el pasado viernes. Ni conspiración palaciega, ni explosión de un arma automática. La narración del incidente en el que ocho miembros de la Familia Real nepalí perdieron la vida corrobora que el príncipe heredero Dipendra fue el autor de la matanza.

L. D. / Agencias.- "Una noche rutinaria en la que todo salió mal", resume el testigo, cuya narración llegó a The Washington Post a través de un pariente. El príncipe Dipendra, de 29 años, había tomado numerosas copas de diferentes licores en el bar antes de que la familia fuese a cenar, según las palabras de este testigo no identificado.

Durante la cena, el príncipe heredero dejó la reunión a las 21.00 horas. “Un momento más tarde, reapareció vestido con uniforme del Ejército y con una metralleta Uzi y un fusil de asalto M16 en las manos”, precisa el "Washington Post”.

El testigo, un miembro de la Familia Real según el diario estadounidense, no cuenta, sin embargo, que hubiera ninguna discusión sobre los planes de boda del príncipe inmediatamente antes de la matanza, tal y como se había contado. Su relato es más bien el de una típica tarde de viernes, en la que los Reyes y sus parientes más próximos tomaban un aperitivo en una sala de billar contigua a uno de los jardines en el palacio poco antes de la cena.

A continuación Dipendra entró en la estancia donde se hallaba el resto de la familia y siguió disparando durante 15 minutos. En un momento dado, Dipendra pareció perder aún más el control y comenzó a disparar contra el techo. "No había expresión alguna en su rostro y disparaba indiscriminadamente", relata el testigo.

Después el príncipe salió al jardín, seguido por su madre la Reina Aishwarya y su hermana pequeña, que habían sobrevivido al tiroteo y le pedían que depusiera las armas. Entonces Dipendra disparó contra ellas también. La misma suerte corrieron luego su tío Direndra, un primo y dos mujeres más, que trataban de convencerle de que dejara de disparar.

Al parecer, en un momento dado, el tío del asesino, ya herido, pidió a una de las mujeres que cogiera un teléfono móvil de su bolsillo y alertara al exterior, pero ambos estaban heridos y no pudieron dar la alarma. Después, el homicida desapareció por el jardín y se escucharon algunos tiros más. El último, supuestamente, se lo disparó el mismo en la cabeza, acabando con su vida.

En Internacional

    0
    comentarios