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¿Qué hace en Hispanoamérica?

La arriesgada apuesta de Lula recibiendo al presidente iraní ha dado sus primeros frutos obteniendo el respaldo de Teherán a la candidatura de Brasil a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Cada día que pasa sube la tensión entre Venezuela y Colombia y cobra fuerza la hipótesis de un posible encontronazo en la frontera, donde ambos han reforzando su presencia militar. Una tensión que seguramente volverá a subir algunos decibelios en los próximos días con un nuevo discurso con pinceladas belicistas de Chávez, esta vez en compañía del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, de visita por Hispanoamérica. Una gira que comenzó un día después de que Teherán iniciara unas maniobras aéreas a gran escala destinadas a proteger sus instalaciones nucleares contra posibles ataques, unos juegos de guerra que han subido ligeramente la tensión en la región y también el precio del barril de petróleo.

Ahmadinejad, tras aterrizar en Brasil, recaerá en Bolivia y Venezuela, con cuyos presidentes le une una posición común contra el "imperialismo" estadounidense. No será la primera vez que visite Bogotá y Caracas, con los que en el pasado ya suscribió numerosos convenios de cooperación en el ámbito político, económico, tecnológico, industrial y energético, aunque muchos de ellos aún no se han materializado. Pero lo que ha buscado Irán con sus amigos iberoamericanos era sobre todo salir del aislamiento internacional debido a su programa de enriquecimiento de uranio, y además con aliados en el mismo patio trasero de Estados Unidos.

Sin embargo, se trata de la primera vez que Ahmadinejad pisa Brasil, una visita que ha levantado suspicacias y protestas. Muchos brasileños e iberoamericanos reciben con incomodidad al jefe de un régimen dictatorial y opresivo y no entienden que Lula califique como "un honor" recibirle. El presidente brasileño, por su parte, desea mostrarse al mundo como un líder global con agenda propia, adoptando una postura ambigua y más conciliadora que otros países occidentales apoyando el "derecho" de Irán a un programa nuclear con fines pacíficos. Irán, por su lado, busca legitimidad internacional a través de Brasil, un país emergente, con una economía entre las diez más grandes del mundo y una de las grandes potencias en Hispanoamérca. Han intensificado sus relaciones comerciales y energéticas desde 2004 y Petrobas, el gigante petrolero estatal brasileño, explota el bloque Tusan, en el sector marítimo del Golfo Pérsico iraní.

La presencia de Ahmadinejad en Brasil también refleja los intentos de Lula, animado por su buena imagen dentro y fuera de su país, por emerger como actor de peso en el enquistado conflicto palestino-israelí. De hecho, la llegada del presidente iraní encadena las recientes visitas de Shimon Peres y Mahmoud Abbas a Brasil. Los equilibrios en Oriente Medio son de tal magnitud que resulta muy difícil imaginar cualquier exitoso papel mediador de Brasil, entre otras cosas porque carece de presencia histórica en esa región.

La arriesgada apuesta de Lula recibiendo al presidente iraní ha dado sus primeros frutos obteniendo el respaldo de Teherán a la candidatura de Brasil a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, la aproximación de Lula a Irán puede hacer dudar al mundo de Brasil, que se adentró hace tiempo en el delicado terreno del enriquecimiento del uranio desarrollando un programa supervisado por el OIEA. Hasta ahora nadie había dudado de sus fines pacíficos ni de sus intenciones. Pero quien juega con fuego…

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