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Una OTAN para nada

Hace tres años, tras los atentados del 11-S los aliados europeos cayeron postrados por la frustración cuando tras activar la cláusula de defensa colectiva de la OTAN, los americanos optaron por atacar Afganistán con sus propias fuerzas y el apoyo de unidades de operaciones especiales de algunos aliados. La OTAN, como tal, no se movilizó más allá de un pomposo comunicado. Pero los europeos hicieron mal enfadándose con Washington. La OTAN no estaba preparada para ir a Afganistán y librar allí una guerra que se preveía incierta.
 
Por eso, en diciembre de 2002, con motivo de su cumbre de Praga, los americanos ofrecieron una solución razonable a todas las frustraciones: crear una fuerza de respuesta rápida, de unos 15 mil efectivos, para que la Alianza como tal pudiera contribuir a operaciones más allá de sus cada vez más estrechas fronteras. Así lo decidieron todos.
 
¿Todos? Parece que no. Francia, secundada por su fiel escudero, la España de Zapatero y Moratinos, han decidido que la Fuerza de respuesta de la OTAN no debe ser enviada a Afganistán a contribuir a la estabilidad del país durante su proceso electoral. Al mismo tiempo, Moratinos y Bono anunciaban a bombo y platillo en el Parlamento español que el actual gobierno estaba decidido a enviar más de mil soldados a Kabul, como prueba de nuestro compromiso con Afganistán y la guerra contra el terror. Es más, parece que el gobierno español ha puesto como condición de su despliegue ir bajo mando del Eurocuerpo y, sobre todo, que se retirará si aparece la fuerza de la OTAN.
 
¿Pero para qué está una Alianza? ¿Para qué está Zapatero en la OTAN? No se comprende fácilmente que España aporte tropas a la vez que veta la movilización de la única esperanza de futuro que tenía la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Salvo que al igual que Chirac, lo que busque sea enfadar del todo a los norteamericanos y que éstos, hastiados de sus dichos aliados, decidan olvidarse de la Alianza. Esa sería la mejor opción para una Francia que correría a imponerse como potencia hegemónica sobre nosotros, pobres europeos continentales.
 
A lo mejor no hay ningún designio y simplemente el socialismo español ha vuelto a su etapa de confundir antiamericanismo con antiatlantismo y al “OTAN de entrada, no”. La Alianza, nadie puede dudarlo, no pasa por sus mejores momentos. Zapatero fue a Estambul con el propósito de fortalecerla, pero su espantá y sus propuestas la han debilitado un poquito más. Esperemos que no sea capaz de hacerle a la OTAN lo que en tres meses ya le ha hecho a España.

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