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FIGURAS HISTÓRICAS

¿Quién quiere a Henry Kissinger?

Convendrán conmigo en que es difícil encontrar un hombre de peor reputación que Henry Kissinger. Investiguen cualquier malvada conspiración y lo encontrarán a la cabeza. Para la izquierda, es un tipo peligroso, pero también lo es para la derecha...

Para la izquierda, él es la quintaesencia del imperialismo yanqui, zapando sistemáticamente todo movimiento social que amenace los intereses de sus grandes corporaciones. Esta corriente de opinión es la que pretende juzgar a Kissinger por criminal de guerra, a cuenta de Vietnam y Laos, y de su apoyo a Pinochet y otras gentes de mala condición. Actos, por cierto, que no le ganaron el aprecio de la derecha americana. En su opinión, Henry Kissinger, lejos de ser un defensor de los intereses de Estados Unidos, simpatizaba sospechosamente con el comunismo.

De hecho, acusaban a Kissinger de haber dirigido una célula comunista (nombre en clave: Bor) en la posguerra mundial, cuando era funcionario americano en la arrasada Alemania. Y no crean que esta sospecha era marginal. En 1976, cuando Henry Kissinger se dirigía a Moscú a firmar un decisivo documento de desarme, Donald Rumsfeld, entonces secretario de Defensa, ordenó la vuelta del avión en que viajaba, al tiempo que filtraba a la prensa que ese documento ponía en peligro, a sabiendas, la seguridad nacional.

Pero aquellos que saben más de conspiraciones nos explican que, a quien de verdad sirve Kissinger es a la oligarquía financiera, en especial a los Rockefeller, que han protegido su carrera. Su objetivo es imponer al mundo un gobierno a través de la ONU y la OMC, que regule en su favor una economía totalmente globalizada. Y por eso Kissinger pactaba con los comunistas chinos y rusos, para destruir gradualmente la soberanía americana. (Reagan fue el último líder de la derecha que clamó contra los Rockefeller y la Trilateral... hasta el día en que escogió al trilateralista Bush como vicepresidente).

Y qué decir de la cuestión judía. Para los antisemitas, Kissinger es un criptosionista, el judío que garantizó a Israel que obtendría por siempre de Estados Unidos fuertes subvenciones y las mejores armas. En cambio, para los judíos ortodoxos, Kissinger es un traidor que, en los tenebrosos días de la guerra del Yom Kippur, retrasó a propósito la ayuda militar americana con el objeto de que Israel "se bañara en sangre" y así aceptara un acuerdo de paz. De ahí que lo expulsaran de la sinagoga.

Hay quien aduce que todo es paranoia. Kissinger se vende simplemente a quien mejor le paga. Él es el principal culpable del ascenso de la amenaza china, ya que abrazó a la China comunista y le abrió los mercados americanos. Desde entonces, los chinos financian su vertiginosa modernización por medio de un enorme superávit comercial (sólo compran de EEUU alta tecnología militar). Los políticos consienten porque los chinos pagan sus campañas. Los altos funcionarios porque su cachet en la empresa privada depende de unas buenas relaciones con la elite china. De entre todos los funcionarios, Kissinger es de lejos el que más dinero ha ganado.

El tiempo, tan canalla, ha convertido a Kissinger en un anciano venerable. Pero sus actuaciones y formas siguen sin encontrar defensores. El mundo no tiene hoy sensibilidad hacia el maquiavelismo. Quizás eche pronto de menos los tiempos en que los malos eran cultos, cínicos y talentosos.

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