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Ignacio Cosidó

Un presidente para todos

La victoria televisiva de Mariano Rajoy tiene lugar además en un momento crucial, con unas elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina. Rajoy ha dado una gran lección a los candidatos populares

Los millones de españoles que vieron en televisión el pasado jueves a Mariano Rajoy pudieron descubrir el verdadero rostro del líder de la oposición. El presidente del Partido Popular supo defender con firmeza sus principios ante las preguntas de los ciudadanos, algunas de ellas no fáciles y otras que parecían preparadas en laboratorio, sin tener que subir por ello el tono de ninguna de sus respuestas. Rajoy estuvo seguro en sus convicciones, medido en sus contestaciones y con una ligera dosis de ironía que los ciudadanos sin duda agradecen en el crispado ambiente actual.

Mariano Rajoy salió con estas armas claramente vencedor del duelo televisivo librado con Zapatero a través de las preguntas de los ciudadanos. Rajoy estuvo más correcto en las formas, tratando de usted a sus interlocutores, pero al mismo tiempo menos acartonado y artificial de lo que estuvo el presidente del Gobierno. No cometió ningún error grave, del tipo del café por 80 céntimos, y se permitió mandar un efectivo mensaje a Zapatero al decir que si quiere recomponer el consenso sobre terrorismo no hace falta esperar tres meses.

Pero más allá de estas victorias tácticas, Rajoy pudo relevarse como un verdadero candidato a presidente para todos los españoles. Primero, porque la espectacular audiencia que logró demostró el interés de los ciudadanos por escuchar al líder de la oposición en este difícil momento. Segundo porque frente al estereotipo que intenta vender el Gobierno de una oposición radicalizada, crispada y extremista, Rajoy pudo mostrar su verdadero rostro de un líder moderado, afable y liberal. El estereotipo que trata de imponer diariamente  el PSOE del líder del PP tendrá desde el jueves más dificultades para convencer a los españoles. Finalmente, porque Rajoy habló más de lo que preocupa a los españoles, con un lenguaje más comprensible y con mayor credibilidad de la que mostró el actual presidente hace unas semanas.

Los flecos que dejó Rajoy en el programa para el ataque de sus adversarios son muy limitados. Las críticas de Blanco sobre el sueldo del líder del PP resultan patéticas. La gran diferencia entre ambos es que dedicarse a la actividad pública a Rajoy le cuesta dinero, ya que sin duda podría ganar más con su actividad privada. Por el contrario, para personajes como Blanco la actividad política es más un holgado modo de vida que una vocación de servicio. Sería muy difícil que con la preparación del señor Blanco, aún pendiente de terminar sus estudios universitarios, pudiera ganar en la sociedad civil la retribución que todos los ciudadanos le pagamos como político. Sería conveniente, por tanto, un poco más de pudor a la hora de formular determinadas críticas.

La otra excusa es que el Doctor House o Los Serrano son una competencia excesivamente fuerte para el presidente del Gobierno. En esto tiene algo de razón el PSOE. Aunque Zapatero haya convertido a La Moncloa en la casa de los líos, el apoyo de los ciudadanos a este Gobierno es cada vez menor.

La victoria televisiva de Mariano Rajoy tiene lugar además en un momento crucial, con unas elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina. Rajoy ha dado una gran lección a los candidatos populares a las alcaldías y comunidades autónomas mostrando cómo es posible defender sus principios sin caer en las trampas del adversario. El presidente del PP ha demostrado que es además el principal activo para llevar al partido a la victoria.

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