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Ignacio Villa

El ambiente se caldea

La tensión percibida en el reciente debate parlamentario sobre el Consejo Europeo de Sevilla es un claro termómetro de la situación que se vive entre populares y socialistas. La huelga general ha dejado a cada uno en su sitio, aumentando el voltaje entre los dos grandes partidos. En el fondo, el citado debate no es más que la escenificación del verdadero estado de ánimo de las dos partes.

Los socialistas, y más concretamente José Luis Rodríguez Zapatero, han tirado ya la toalla de la moderación y el equilibrio. Renuncian a buscar el voto de centro, imprescindible para ganar unas elecciones generales. Optan por la beligerancia, porque en el PSOE ahora triunfan las tesis del ataque sistemático. Desde ahora, su estrategia será la del acoso permanente. Incluso, por lo que hemos visto en estos últimos días, no les importa salir en la fotografía junto a Gaspar Llamazares, olvidando el mal resultado electoral que produjo la alianza con Izquierda Unida en las últimas elecciones generales.

En ocasiones, parece que en la calle Ferraz han dado todo por perdido y que prefieren "morir matando". Así, en el próximo Debate sobre el Estado de la Nación se puede esperar cualquier cosa de los socialistas. Están dispuestos a arramplar con lo que se tercie, una actitud equivocada que ya les está dando un pésimo resultado. Además, cometen un error de libro: Rodríguez Zapatero no se trabaja los temas. Cuidar las formas, ya sean moderadas o beligerantes, no es suficiente. Con estas embestidas consiguen algunos aplausos enfervorizados en el momento, pero dejan de lado al grueso de ciudadanos, que buscan moderación, tranquilidad y eficacia en la gestión sin militancia política.

Por su parte, en el Gobierno y en el PP se respira satisfacción. El fracaso de la huelga general les reconfortó tras unas semanas de constante desasosiego. También es verdad que ahora todos intentan ponerse la medalla del éxito, cuando fueron muy pocos los que dieron realmente la cara junto al presidente Aznar, pero lo cierto es que han salido bien parados del 20-J. En este sentido, el debate sobre la Cumbre de Sevilla sirvió para anotar que Aznar está dispuesto a no pasar una. Tal como respondió a Zapatero, vemos cómo el presidente del Ejecutivo está convencido de que el líder socialista no jugó limpio con la huelga y que, por lo tanto, deberá pagar factura por ello. Aznar parece dispuesto a intentar que Zapatero salga tocado de su error político.

Con este panorama, el próximo Debate sobre el Estado de la Nación será un momento de gran importancia política. No hay que olvidar que, generalmente, quien gana en este enfrentamiento es el que se encuentra en el poder, pero siempre es muy significativo saber dónde se sitúan los límites del combate. Es decir, habrá que ver si desde el Gobierno se quiere dañar al líder de la oposición o si prefieren mantenerlo como enemigo cara a las próximas citas electorales. Si Aznar quisiera "laminar" políticamente a Zapatero ahora tiene todas las papeletas para hacerlo. El desbarajuste de los socialistas podría provocar incluso que Zapatero terminara sus días como líder del PSOE antes de tiempo. Aznar lo tiene en sus manos. Si quiere, puede precipitar los acontecimientos. De él depende.

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