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Ignacio Villa

Un cómico sin gracia

Si ya era lamentable la situación e inaceptable la incapacidad del Gobierno, ahora éste se ríe de las consecuencias que su ineptitud tiene para miles y miles de ciudadanos catalanes.

Tres años y medio dan para mucho. Lo suficiente como para conocer a un presidente del Gobierno. De Rodríguez Zapatero pensábamos que ya lo habíamos visto todo, o casi todo. Pero, mira por dónde, aún guardaba una careta distinta que no se había puesto aún. No habíamos descubierto a Zapatero de cómico, intentando hacerse el gracioso.

Evidentemente, el presidente del Gobierno tiene todo el derecho de hacer en casa los chistes que le venga en gana, pero aparecer en el programa de televisión del cómico Buenafuente para reírse del caos de las infraestructuras en Cataluña es una falta de respeto muy poco presentable. Especialmente cuando es el Ejecutivo el responsable de lo que está sucediendo. En la noche del jueves, en el programa de La Sexta, el presidente del Gobierno se prestó a una broma sobre los Cercanías de Barcelona en la que simulaba esperar a que llegara Buenafuente al programa para después preguntarle si el retraso era debido a que venía en tren. Un chiste sin gracia, una bobada solemne.

A nadie se le oculta la ineptitud de la gestión del Gobierno en general, y en lo que al Ministerio de Fomento se refiere, en particular. Es público y notorio el desastroso funcionamiento demostrado por el Ejecutivo ante los problemas provocados por la construcción del túnel del AVE en Cataluña. Es dramático ver como en una ciudad moderna no se puede viajar en tren y se obliga a los trabajadores a enfrentarse a atascos eternos, derrochando gasolina y levantándose al alba para llegar a trabajar, mientras el Ejecutivo responde con una actitud entre ridícula y patética.

Si ya era lamentable la situación e inaceptable la incapacidad del Gobierno, ahora éste se ríe de las consecuencias que su ineptitud tiene para miles y miles de ciudadanos catalanes. Las gracietas de Zapatero en La Sexta son, por ello, una falta de respeto a quienes sufren en sus propias carnes. Los chistes del presidente son inaceptables en alguien que quiera inspirar confianza y seriedad a la hora de hablar de su gestión. Tomarse a broma las penurias de los ciudadanos provocadas por sus errores no tiene un pase. Cuando los ciudadanos están desesperados, gracias, ni una.

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