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Ignacio Villa

Un debate electoral

El debate sobre el Estado de la Nación que se celebrará en menos de una semana se presenta como uno de los más intensos de los últimos años. Se percibe en el ambiente político, tanto en un lado como en el otro. Cuando se debatió sobre el Consejo Europeo de Sevilla, se pudo observar que algo estaba pasando. Por un lado, José Luis Rodríguez Zapatero se expresó con mayor radicalidad; mientras que José María Aznar respondía sin dejar pasar la oportunidad. Unos y otros anuncian que en esta ocasión van a llegar hasta el final. Según los socialistas, este debate servirá para llamar la atención sobre las políticas despóticas del Gobierno. Los populares insisiten en que si Zapatero entra a matar, en esta ocasión, "no saldrá vivo". En definitiva, la inminencia de dos años electorales se nota y ese ambiente político se transmite a este debate, el más importante de los parlamentarios.

En este marco de mutua beligerancia, se entienden perfectamente las acusaciones realizadas por el presidente Aznar desde Avila: "últimamente hablan tanto de mí, nadie habla de una alternativa, la razón es que sencillamente no hay alternativa". Dicho de otra forma, desde el Gobierno se considera que ya se han dejado pasar muchas incongruencias al secretario general del PSOE, se piensa también que el año pasado se le permitió sobrevivir en un debate que tenía perdido después de enmarañarse con el Quijote y con las becas de la Fundación Carolina. Esta vez, insisten: "Si Zapatero da guerra, que se prepare a salir escaldado". Partido Popular y Gobierno le tienen cogido el punto a la oposición socialista, pero eso ya no es suficiente. En los momentos previos al inicio de dos años decisivos para todos, el "tiempo de gracia" ha terminado. "Si Zapatero sale marcado como perdedor del Debate, si se desinfla como lider del socialismo español, es su problema, explican, las bondades se han acabado".

Con este panorama, es comprensible que Zapatero se haya encerrado, según cuentan, para preparar un debate que para él es un auténtico examen. Es su oportunidad, quizá no haya otra. Aunque nadie llegue a dejarlo tirado, se podría convertir en un secretario general noqueado hasta las generales del 2004, punto final de su recorrido. Así pues, nos encontramos ante una sesión más importante de lo previsible, aunque esté medio escondida en el calendario, pues va a definir el futuro de sus protagonistas.

¿Y después del debate? Los líos previsibles en la casa socialista si Zapatero sale vapuleado. Pero no sólo, cuidado, que quizá nos encontremos de bruces con la esperada crisis de Gobierno. Ya veremos. ¡Emociones no van a faltar!

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