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Ignacio Villa

Un gobierno sin sentimientos

Las víctimas del terrorismo no son exigentes. Sólo piden respeto, reconocimiento y justicia.

De un gobierno se pueden aceptar muchas cosas, por malas que sean. Se puede incluso reaccionar con resignación ante decisiones propias de un ejecutivo sectario y partidista. Pero lo que no tiene explicación ni razón de ser es la actitud despectiva de Zapatero y de su gobierno hacia las víctimas. Parece como si fuera superior a sus fuerzas tratar con los familiares de quienes han dado la vida por la libertad y la democracia.

La salida de tono del presidente del Gobierno con la madre de Irene Villa el pasado viernes ha dejado en evidencia al verdadero Zapatero. Un presidente que se ha equivocado, que lo ha hecho gravemente y lo que no quiere rectificar. Un presidente empecinado en sus errores, encerrado en su soberbia e incapaz de mostrar un rostro humano. Y es que lleva muchos meses buscando el enfrentamiento, buscando el enfado y provocando el dolor de los familiares de los asesinados por ETA.

Las víctimas del terrorismo no son exigentes. Sólo piden respeto, reconocimiento y justicia. Eso es lo básico. Esos son los mínimos exigibles. Lo que no es de recibo, lo que es difícilmente explicable para nadie es que el presidente haya buscado sistemáticamente provocarlas. Las víctimas siempre se habían caracterizado por la discreción y por la prudencia. Y con esas virtudes siguen construyendo su vida cotidiana. Pero esa actitud no impide que las familias de las víctimas puedan alzar su voz para pedir al Gobierno un gramo de sentido común. Lo hicieron en Madrid el pasado mes de junio, y lo van a volver a hacer el próximo sábado en Madrid, en otra manifestación que se promete histórica.

Pero mientras llega esa cita, este martes hemos conocido una carta de cinco padres de siete niños asesinados por ETA en Barcelona, Zaragoza y Santa Pola. Una carta dirigida a la vicepresidenta del Gobierno en la que se recuerda la vida de estas criaturas y como fueron sus asesinatos. Con este recuerdo en mente surge la pregunta: ¿Cómo no van a existir vencedores y vencidos? ¿De que paz se puede hablar? Esta carta recuerda la dura realidad del terrorismo etarra que ha dejado a tantos muertos; también que el presidente Zapatero, con su actitud de provocación, esta abriendo todas las heridas. De él sabíamos muchas cosas: ahora también hemos aprendido que no tiene sentimientos.

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