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Isabel Durán

El julepe de Polanco

Al ser requerido por los vigilantes de seguridad para que pasara por el arco detector de metales, como todo bicho viviente, se negó en rotundo. “Soy Jesús Polanco, estos señores son mis escoltas y no paso por el arco"

Jesús Polanco acudió el miércoles pasado a las once de la mañana a la calle Francisco Gervás. Se presentaba, como miles de ciudadanos lo hacen a diario, ante los tribunales de Justicia. En este caso en la sede de los juzgados de familia de Madrid para asistir a una citación del juzgado número veintidós donde se tramita la liquidación de gananciales de su segunda mujer, Mari Luz Barreiros. Hasta ahí, el presidente del grupo Prisa es un ciudadano más y tiene absoluto derecho a la vida privada, como no puede ser de otra manera.
 
Nada más poner el pie en el edificio, sin embargo, el jefe del imperio íberosocialista hizo saber a los funcionarios que él no era un ciudadano cualquiera. Al ser requerido por los vigilantes de seguridad para que pasara por el arco detector de metales, como todo bicho viviente, se negó en rotundo. “Soy Jesús Polanco, estos señores son mis escoltas y no paso por el arco”, repuso prepotente. Ante la insistencia del personal de seguridad de los juzgados, la bronca fue tal que les hizo saber que no tenían ni idea de con quien estaban hablando y que se pusieran como se pusieran no pasaría por el arco.
 
Él, Jesús del Gran Poder, que sienta en el banquillo al magistrado que ose abrir una causa en su contra y lo expulsa de la carrera judicial; él, que quita y pone banqueros, que interfiere en la elección del alto personal de la real casa, que defenestra a secretarios generales del Partido Socialista Obrero Español y que vuelca las elecciones generales con el juego sucio de sus altavoces mediáticos; él no atraviesa, como el común de los mortales, por el arco de seguridad.
 
En efecto, tras el julepe y ante la escandalizada e incrédula mirada de los funcionarios, abogados y clientes que presenciaron la escena,diosse adentró en el inmueble sin atravesar el arco de seguridad. Y es que, el baluarte de la progresía mediática, elantemurodel felipismo y la corrupción, el preboste del 14-M, el caporal del Gobierno deZetapé, evidencia cada día, hasta en los más nimios detalles, que todos los ciudadanos no somos iguales ante la ley. ¡Faltaría Plus!

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