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Isabel Durán

Pasividad cómplice de ZP

¿Veremos a Otegui de responsable de Interior, como auguró María San Gil o a Permach ejerciendo el control de la Ertzaintza o de la hacienda vasca?

El presidente del Gobierno y el fiscal General del Estado tienen en sus manos impedir que los defensores de los asesinos, secuestradores y extorsionadores se enquisten en las instituciones. Pero prefieren con su pasividad cómplice que sea la banda terrorista ETA la que mande. Ella tiene ahora la llave de la gobernabilidad en el País Vasco. Y se sabe más fuerte que nunca: consiguió que el plan nazionalista de Ibarretxe se aprobara gracias al visto bueno del jefe de los pistoleros, como lo hizo saber en la sesión parlamentaria más ignominiosa y aberrante jamás ocurrida en todo el territorio español. El terrorismo dio así la victoria parlamentaria al nacionalismo xenófobo, racista, antidemocrático e independentista y ahora se cobrará la pieza en la precaria victoria electoral del PNV con la inestimable ayuda de ZP.
 
El Partido Comunista de las Tierras Vascas “es la parte más marxista de Batasuna-ETA y de la izquierda aberzale”, según la propia descripción de la Guardia Civil. El País Vasco, Cataluña y el Gobierno de España, por voluntad propia están por primera vez en la democracia en manos de furibundos radicales antiespañoles. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero así lo ha querido en todos los casos. Por el momento, en Cataluña se celebra ya el funeral del actual sistema de financiación. Mientras, el incumplimiento expreso de la ley por parte del jefe del Ejecutivo y de su particular fiscal, a base de maniobras dilatorias a la hora de aplicarla, sitúa a los terroristas políticos en privilegiados ciudadanos de primera por encima de las leyes, les inyecta fortaleza política y moral además de una legitimidad impensable hace tan sólo unos meses.
 
ZP y su alto representante del ministerio público serán, para empezar, responsables del atrincheramiento etarra en las instituciones públicas. El choteo terrorista empezará por la cámara autonómica y se mofará desde las Diputaciones y corporaciones locales, tal como exigen sus portavoces. A quienes el Supremo consideró parte de la trama de los asesinos y la Guardia Civil no tiene dudas de que son su prolongación, Zapatero y Conde Pumpido apoyan con su consciente inacción. Pero el terrorismo refundado ávido de poder y necesitado de fondos públicos no se quedará ahí. Irá tomando posiciones y lo hará hasta en el Gobierno de Vitoria. ¿Veremos a Otegui de responsable de Interior, como auguró María San Gil o a Permach ejerciendo el control de la Ertzaintza o de la hacienda vasca? Puede que alguno de los interlocutores de los socialistas prefiera incluso convertirse defensor del pueblo ya que mientras los hombres de ZP hablan con los hombres de Ternera, el fiscal general del Estado no quiere “precipitarse”.

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