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Jorge Valín

Microsoft y la globalización

Una de las características del libre mercado es la increíble explosión de innovación y bajos costes que crea. Esta semana supimos que una empresa china va a fabricar y comercializar ordenadores equivalentes a un Pentium III por unos 100 dólares.

Thomas J. DiLorenzo, doctor en economía e historiador, escribió un conocido ensayo con bases históricas llamado "El mito del monopolio natural" donde concluía que en el libre mercado los monopolios no existen como tales y que, por lo tanto, siempre son perecederos en el tiempo igual que cualquier otra empresa. Sólo el estado puede crear monopolios por ley. Para los economistas de la Escuela Austriaca los monopolios se alzan cuando el consumidor así lo quiere comprando sus productos y no otros; y acaban muriendo cuando la pequeña competencia que les rodea aprovecha los momentos bajos del "monopolio" para tomar la confianza del consumidor y desbancarlo con mejores productos. Así pues, toda empresa constituida siempre tiene tres ciclos: nacimiento, maduración y muerte. Los "monopolios" no son una excepción.

Aunque no domina el 100% del mercado, se ha acusado a Microsoft de monopolio, y directamente todos pensamos que esto es "malo". Pero en los últimos años Microsoft, tal y como se puede ver por su cotización, no da una. La última ha sido, una vez más, el aplazamiento de su nuevo sistema operativo Windows Vista.

Con todo, la competencia tradicional a los programas del gigante de Redmond no parece ser una amenaza real. Pero una de las características del libre mercado es la increíble explosión de innovación y bajos costes que crea. Esta semana supimos que una empresa china va a fabricar y comercializar ordenadores equivalentes a un Pentium III por unos 100 dólares. Su objetivo es desbancar a los principales fabricantes de hardware, Intel y AMD. Un reto nada fácil. Evidentemente si la empresa tiene éxito los burócratas de Europa y Estados Unidos le impondrán altos impuestos de entrada no vaya a ser que los consumidores nos ahorremos dinero y ellos no puedan inflar sus abultados sueldos, pero eso sí, será para nuestro "bien común".

Lo que inevitablemente nos sugiere este ejemplo es, ¿y por qué no puede otra empresa china fabricar productos ofimáticos a sesenta, cincuenta o cuarenta euros? En el terreno del hardware, China hace algún tiempo que está avanzando, y en el software empieza a introducirse ahora. En el estudio del libre mercado hay miles de ejemplos sorprendentes y positivos como este. El capitalismo está aflorando con mucha fuerza en algunos países de Asia y además tiene capacidad para fuertes mercados autónomos donde la creatividad occidental puede encontrar un refugio al estatismo europeo y americano. Pero, ¿cuál es la respuesta de Europa a esta "amenaza" de innovación, bajos costes, fuga de genios empresariales y capital? Los políticos, en lugar de abrir la mente (tal vez sea demasiado pedir), las fronteras, retirar impuestos... sólo discuten, restringen y regulan nuestra libertad haciéndonos perder dinero, oportunidades y un tiempo precioso.

No podemos hablar aún de la muerte de Microsoft, ni de Intel, ni del gran triunfo de China, pero sí podemos atisbar algo seguro. Si no abrimos nuestras puertas a la desregulación, a la liberalización sistemática de todos los sectores y sí, al capitalismo más "salvaje", Europa quedará en pocos años como África. Y es que las conclusiones del Dr. DiLorenzo no sólo son aplicables al monopolio natural, sino también a los países: predomina el mejor hasta que otro se adapta más a los cambios y gustos del consumidor, nada dura para siempre, y menos aún obstruyendo el libre comercio.

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