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Jorge Vilches

Desmontando a Aznar

Fue gratuita aquella pantomima entre ZP y los comisionados progubernamentales, con sus "¿Qué opina de las mentiras e incompetencias de Aznar?", y sus "Brillante análisis. Agradezco la pregunta"

"Agradezco la pregunta" fue la frase más repetida de Zapatero en su intervención en la comisión del 11-M. No fue espontánea. La intervención del presidente ha estado minuciosa y patológicamente preparada para ir desmontando, punto por punto, las declaraciones de Aznar del 29 de noviembre.
 
Molestó que Aznar denunciara al "medio de comunicación fácilmente reconocible", con su terrorista suicida, su anuncio de la existencia de un vídeo que aún no había sido grabado, y la justificación de los asaltos callejeros del 13-M. Enojó que Aznar dijera que en la promoción de los actos antidemocráticos de aquel sábado anterior a las elecciones hay imputados 17 miembros del PSOE y 4 de IU. Disgustó que el ex presidente dijera que los atentados del 11-M tuvieron un objetivo y un resultado políticos. Incomodó que instara a investigar más, a llamar a los confidentes, a que volvieran a visitar la comisión algunos mandos policiales, y a que no descartaran la relación entre terrorismos. Irritó que recordara que se le acusó de propagar un alarmismo político tras detener al grupo islamista que Llamazares llamó "comando Dixán". Y sonrojó la defensa que el comisionado socialista hizo de Bush, en comparación con Aznar.
 
Y así, han decidido desmontar al ex presidente. Los grupos minoritarios optaron por convertir la intervención de Zapatero en una revancha de aquel discurso de Aznar, duro y construido, que los otros partidos no supieron ni pudieron contrarrestar.
 
Y dieron rienda suelta a los argumentos más demagógicos que se han enarbolado desde el 11-M. Zapatero habló de "engaño masivo" porque, dijo, nunca hubo una línea de investigación de ETA, apoyándose, para esto, en un informe elaborado nueve meses después de los atentados que asegura que no hay relación entre terroristas. Aznar y su gobierno, por tanto, mintieron a mansalva, compulsivamente. La mentira a la que se acostumbró el PP, decían a coro Zapatero y los portavoces progubernamentales, provocó el acoso a las sedes populares. "Legítima defensa", dijo Llamazares, en la más pura resurrección de la tradición bolchevique, lo que fue refrendado por el propio presidente, para vergüenza ajena de todo demócrata.
 
"Quiero hacer un canto a la ciudadanía, que ejerció su derecho a protestar y a exigir", exclamó Zapatero sin rubor. No importa que violaran la ley, o que se rompieran las más mínimas reglas de convivencia democrática. La derecha se lo merece porque tiene una "larga trayectoria reaccionaria y de intolerancia". No cabe un apoyo más claro a la vulneración libre de la ley ante cualquier circunstancia.
 
ZP llevaba, a diferencia de Aznar, "la verdad": todo esta dicho, está investigado, ¿para qué continuar la comisión? Es más, el PP ha dejado de ser un partido leal en su lucha contra el terrorismo porque ha pretendido utilizarlo electoralmente entre el 11 y el 14 de marzo, ¿tiene sentido entonces mantener el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo? Los partidos verdaderamente democráticos, léase el PSOE y los progubernamentales, firmarán un nuevo pacto antiterrorista. Porque de lo que se trata es de sacar a los populares de las instituciones, resaltar su soledad, demolerlo en una voladura controlada desde la periferia.
 
Para desmontar a Aznar, vengarse en definitiva, y anunciar el cierre de la comisión de investigación y de un nuevo pacto antiterrorista al gusto de los nacionalistas y de IU, no hacía falta que Zapatero, de forma infantil, jugara a aguantar más tiempo que el ex presidente. Fue gratuita aquella pantomima entre ZP y los comisionados progubernamentales, con sus "¿Qué opina de las mentiras e incompetencias de Aznar?", y sus "Brillante análisis. Agradezco la pregunta".

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