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José Antonio Martínez-Abarca

Cuidado con la pobrecilla

En España las "pobrecillas" son las reinas emboscadas de la fiesta, las que reciben todo tipo de solidaridades por negro que sea su espíritu y malas sus acciones.

Uno de los más inquietantes fenómenos paranormales, o sea, preternaturales, y por ello inexplicables por causas lógicas, de la España actual es la buena prensa y mejor demoscopia de que goza la vicepresidenta del Gobierno, Fernández de la Vega. No se le recuerda un solo gesto no fermentado por los gases de la putrefacción, entre el "algor mortis" y el odio por cuanto de alto, bueno y bello hay en el ser humano. Cada surco vertical en el orificio de fumar es una muesca del alma que no hay "botox" que atempere. Es la más acabada manifestación que se conoce de cómo lo femenino es irreconocible tras el paso del resentimiento.
 
Nos riñe a todos, en todo momento, aunque nosotros no tenemos la culpa de lo suyo. Riñe hasta a su peluquera, del sexo que sea de cualquiera de los tres que hay, quien se pone comprensiblemente nerviosa ante la vice no vaya a ser que luego la sueñe y en lugar de colocarle el secador eléctrico le pone siempre el gato. María Teresa no ha dicho una sola verdad desde que llevaba la carpeta apretada contra el digamos pecho en la edad de las faldas plisadas y los leotardos. Y sin embargo es, sistemáticamente, la más valorada en las encuestas políticas, a la que se le tiene más simpatía, la más impresionante. Tras aprovisionarme de unos grabadores de baja frecuencia para las psicofonías, unos espectrogramas, la bibliografía demonológica del padre Fortea, un libro sobre el mensaje oculto en la geometría de las catedrales y el libro de Enoch, creo he dado con la explicación al misterio.
 
Los españoles valoran de Fernández de la Vega precisamente lo que no tiene. Si se han fijado, en cuanto aparece en la tele de los bares, entre partido de fútbol y partido de fútbol, siempre se escucha el mismo comentario en la sala: "anda que no tenían a otra para salir a hablar que ésta, la pobrecilla". ¡Temed de las pobrecillas, incautos! En España las "pobrecillas" son las reinas emboscadas de la fiesta, las que reciben todo tipo de solidaridades por negro que sea su espíritu y malas sus acciones, que siempre estarán justificadas, las hermanastras feas de Cenicienta que matan y entierran a ésta en el jardín y encima seducen al Príncipe por medio de su fuerte personalidad y su completa ausencia de favor divino.
 
El país está apiadado de Fernández de la Vega porque le resulta inconcebible nadie menos agraciado para lo que pretende. Si escupiera a la cámara no recabaría menos favor popular. Lo que dice es intolerable, como lo dice es infamante, su pasado es oscuro, su presente impresentable y su futuro ya usado, pero es la pobrecilla. Se bajará de la gloria cuando ella quiera.

En España

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