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Juan Carlos Girauta

El ciervo vulnerado

Habrá de todo. Pero ninguno de esos excesos, abusos y connivencias les va a perseguir hasta la tumba, lo que sí sucederá con los ciervos abatidos de una foto robada, con los cérvidos muertos y sanguinolentos.

De ciervos andan llenas la Creación y la creación. El Señor, evolución mediante, los puso ahí para animar los bosques con existencias cándidas, miradas imposibles, exuberantes cuernas en mudanza, berreas febriles y apremiantes. También para que águilas y lobos y hombres maten y coman a quien sólo alimentan hojas y ramas. Luego está la creación con minúscula. Ni el ciervo de Samaniego, que se miraba en la cristalina fuente, ni el drama infantil de Bambi llorando a su madre, ni la evocación de Robert de Niro en The Deer Hunter, el cazador de ciervos abrumado por los traumas de Vietnam renunciando a abatir la presa que tiene en el objetivo, ni el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, donde el Amado ha huido como un ciervo, donde el ciervo vulnerado por el otero asoma, permiten quedarse impertérritos ante la imagen de los nuevos caciques contando complacidos, escopeta en mano, los cadáveres alineados del ciervo que son todos los ciervos.

Habrá prevaricaciones y cohechos, habrá colusiones y lengüeteos obscenos entre dos poderes, habrá innombrables pactos tras las "inoportunas" monterías de Bermejo y Garzón. Y lo suyo, como observó Pedro J., será más el cochino jabalí que el atónito venado. Habrá reminiscencias casposas en ese ministro que se enseñorea de las fincas públicas y caza de gorra en las privadas, ese hijo de un jerifalte del Movimiento cuya filiación no citaría si él no hubiera empezado pronunciando las mentirosas palabras: "Tuvimos que luchar contra los padres...".

Habrá de todo, incluyendo la dimisión o cese del ministro y el expediente o inhibición del más desinhibido juez que ha conocido el foro. Pero ninguno de esos excesos, abusos y connivencias les va a perseguir hasta la tumba, lo que sí sucederá con los ciervos abatidos de una foto robada, con los cérvidos muertos y sanguinolentos, los ciervos ordenados en el suelo, a los pies de unos hombres a quien debió perder la poca ética y, sin embargo, en este país exento de valores pero muy impresionable, va a perder la nula estética.

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