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Juan Carlos Girauta

El mago

Presenta atributos que, en otros, podrían ser virtud. También en él, si el destino no se hubiera equivocado y trabajara en unos grandes almacenes.

Al presidente del gobierno le disgusta el acatamiento de ciertas leyes; leyes en un sentido más científico que jurídico. Su presencia relaja la percepción de algunas líneas rojas: límites suyos personales, para empezar; límites propios del sistema, para continuar. Interpreta los principios, valores y conceptos que estructuran la vida social desde la superstición: cree poder modelar la realidad alterando palabras. ¿Cabalista, silopsista, trastornado lector del Kybalion? Mago.

Hace creer, por ejemplo, que adjetivando como "nacional" el sustantivo "realidad", hay una efectiva realidad que muta. Cuando sale al escenario, todo empieza con él, inaugura el mundo. Opera como si la memoria no existiera y llama "memoria" a lo que es historia. Establece mediante truco o decreto un nuevo pasado para fundar un presente a su medida, a la medida de no sé que tristes encumbramientos infantiles de un abuelo fusilado.

Al imponer su recuerdo, al establecerlo como coordenada a los demás (¿en eso cree que consiste gobernar?) nos exige el olvido. A sus conmilitones vascos ya los ha hipnotizado porque ellos desean olvidarlo todo y creer en un mundo alternativo donde no son odiados, donde no les vuelan una pierna, donde no les tirotean por la espalda ni les ponen bombas bajo el coche, donde no les escupen en la universidad ni necesitan escoltas ni los paraguas quedan abiertos sobre los adoquines, junto a los diarios y los cadáveres. Quien desee creer, creerá en cualquier cosa. Incluso en la paz de Rodríguez.

Encaja el hombre en una cierta estética y en una incierta ética. No lo busquen en analogías históricas. Allí no está. Su famoso talante habita en las revistas de psicología femenina y en los libros de autoayuda. Presenta atributos que, en otros, podrían ser virtud. También en él, si el destino no se hubiera equivocado y trabajara en unos grandes almacenes. Qué formidable comercial estrella, que gran motivador de equipos ha perdido el mundo de las ventas, las compañías de cosmética a domicilio, de telefonía móvil.

Pero los atributos ligados al talante, al voluntarismo infundado y al olvido de los límites propios y sistémicos, se convierten en peligrosas amenazas para la comunidad cuando las exhibe un líder político. Los juegos de palabras, la creatividad, la sugestión colectiva, tan convenientes en el mundo de los negocios, adornan en política al tirano, al demagogo, al populista, al visionario tras el cual se malogran las energías, se despiertan los fantasmas y se quiebra la armonía. Antes de que se descubran sus trucos, antes de que se imponga una general sensación de ridículo, alguien debería recomendarle a Rodríguez la lectura de "Mario y el mago", de Thomas Mann.

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