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Pío Moa

Los olvidos de Adela Gooch

Sobre la ilegalización de Batasuna, la corresponsal de The Economist en Madrid, Adela Gooch informa así a sus lectores: la medida trata de “silenciar a los secesionistas”, y está motivada porque el gobierno de Madrid “cree que es hora de dejar de sentirse culpable por el pasado de España bajo Franco”, aunque también podría tratarse de una venganza de Aznar, resentido por el atentado contra él por parte de ETA hace años. El resultado será la rotura de los cauces de negociación y el alejamiento de las “aperturas políticas”, a juicio de The Economist inevitables, puesto que “la represión sola no resolverá el problema vasco”. La ilegalización “no servirá de nada para acabar con el terrorismo”, aunque sí, de momento para “agitar un avispero” y tensar las relaciones entre los partidos. “Los vascos, entre tanto, temen que las elecciones municipales, en mayo, resulten sangrientas”. En resumen, la proscripción contra Batasuna es una “equivocación”.

No hay que ser un lince para ver la posición del PNV a través de las palabras de la corresponsal. Sin embargo ésta olvida algunos datos esenciales: el PNV y EA son también secesionistas, y nadie los silencia. Por tanto, Batasuna no es perseguida por secesionista, sino por ser parte del entramado terrorista, como Adela Gooch sin duda sabe, aunque prefiera no inquietar a sus lectores con tan mala noticia.

¿Algunos vascos temen episodios sangrientos en las elecciones? Quizá, pero tales hechos no son nada nuevo, y las elecciones en Vasconia se desarrollan desde hace muchos años en un clima de acoso, amenaza y chantaje, que rompe la igualdad de condiciones, y perturba seriamente su carácter democrático. Esto también lo sabe la corresponsal, pero se ve que no quiere herir la sensibilidad de sus lectores recordándolo.

Tal situación no la ha creado solamente ETA-Batasuna, sino también la interesada permisividad, por así llamarla, de los nacionalistas supuestamente democráticos y moderados, y de ella se benefician todos ellos, como no puede ignorar la señora Gooch, aunque juzgue inoportuno prestar atención a esa minucia.

Con olvidos de este calibre, la impresión que saquen los lectores de The Economist no puede ser muy realista, aunque a cambio permita llegar a conclusiones como las allí expuestas. Pero ¿es una equivocación proscribir a ETA-Batasuna, responsable directa de la violencia y la mutilación de la democracia en Vascongadas? Seguramente lo es más permitirle seguir su criminal actividad. ¿No servirá de nada para acabar con el terrorismo? Nadie ve en la ilegalización la panacea que acabe definitivamente con el terror, pero lo dificultará sin duda alguna. ¿Tendrá que haber negociaciones finalmente? De ningún modo. The Economist, como lo hace interesadamente el PNV, confunde la situación de Vasconia con la del Ulster, cuando son radicalmente distintas, salvo por la presencia de los atentados.

Por fin, ¿se han sentido los gobiernos de Madrid culpables por los agravios del franquismo? Si así es, mala cosa. El franquismo no causó en Vasconia más agravios que en el resto del país, y junto a ellos habría que poner los beneficios. Por citar uno solo, al terminar aquel régimen, las tres provincias vascas eran las de mayor renta per capita de España, posición que no han recuperado desde entonces con el concierto económico. Y la democracia no ha llegado en España por el terrorismo de ETA, como quieren pensar los nacionalistas y otros, sino que partió de aquel régimen, a la muerte de Franco. Pero quizá no haya que culpar a la corresponsal de su visión de la historia, pues está muy difundida dentro de España. Si bien no por tan difundida deja de ser distorsionada.

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