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Serafín Fanjul

Hartos de Hussein

"¿Veis? Teníamos razón. Bush, amén de un asesino, era un perro, un imbécil y...". Lo fundamental: "teníamos razón, luego nuestro Rodríguez tiene derecho a hacer cuanto le dé la gana, que nosotros lo aplaudiremos".

Decía la revista La Codorniz hace ya muchos años que el peor inconveniente de la monarquía eran los monárquicos. Y se sobreentendía que esto era así por su pesadez y su infalible receta para todos los males. De modo paralelo, puede afirmarse que en la actualidad, tras el triunfo electoral en Estados Unidos de Barack Hussein Obama, si no el mayor problema, al menos sí la más notoria tabarra son los husseinitas u obamitas, para entendernos mejor. Actúan y se manifiestan como si les hubiese tocado –a ellos– la lotería. En el fondo, nos están diciendo "¿Veis? Teníamos razón. Bush, amén de un asesino, era un perro, un imbécil y...". Añadan cuantos improperios gusten y aun se quedarán cortos: alguno ha llegado a negarle la condición humana. Lo fundamental: "teníamos razón, luego nuestro Rodríguez –por la gratuita hipóstasis que establecen entre ambos, aunque no aclaran quién aporta la naturaleza humana y quién el Verbo divino– tiene derecho a hacer cuanto le dé la gana, que nosotros lo aplaudiremos".

En estos días, desde el 4 de noviembre, se han comentado por extenso diversos aspectos relacionados con el éxito del afortunado Hussein: que no es negro sino mulato; que se crió –y mamó– en la muy blanca cultura de su familia blanca; que la extremista es su señora; que su pretensión de "cambiar el mundo" lleva sus trámites; que aun antes de tomar la Casa Blanca ya ha bajado mucho el gallo; que la tan execrada sociedad americana ha demostrado no dejarse llevar por prejuicios racistas para elegir; que el segmento de población negra sí se cierra en banda en su visión racista, probando el rigor de sus prejuicios al votar en un 95 % a Obama; que, aparte de medidas fáciles y rápidas dirigidas a ecologistas y pacifistas, no podrá librarse de la presión de quienes le han pagado la campaña; que la palabra "cambio" es sólo eso, una palabra y lo importante estriba en la dirección y pasos de ese cambio; que la crisis económica hundió a McCain; que en los Gobiernos anteriores ya había negros en altísimos puestos (Condolizza Rice y Collin Powell), etc.

Ninguno de estos capítulos interesa a los obamitas, sólo desparramar la felicidad que les provoca resarcirse –eso creen– de una larga espera de ocho años. Por ensalmo, ya no se acuerdan de cuantos ajos y carajos soltaron en 2004 sobre los americanos y su ignorancia, chovinismo y maldad intrínseca por el contrario, ahora su veredicto es certero, las urnas no se equivocan, la Razón triunfa y el criminal nunca gana. Como Hussein ha ganado, significa que cuanto hizo Bush osciló entre el error garrafal y la delincuencia. La progresía hispana exhibe su inagotable beatería y se frota las manos ante la próxima foto que muy prontito repetirán hasta la saciedad casi todas las televisiones: Rodríguez saludando –ya saben: "Everybody bonsái–, con su eterna sonrisa de buzón que sólo sabe decir "Yes", a un Obama que mira para otro lado y se pregunta dónde ha visto antes esa cara. Pero para la foto vale, que ya adobarán y salpimentarán adecuadamente el mejunje los Iñaquis de por acá, con todas las bendiciones del Banco de Santander y del BBVA, esas organizaciones ultrarrevolucionarias que tanto deben y tanto quieren a Rodríguez.

Resumiendo: que Hussein tome posesión, que sea feliz y que no venga un patoso a convertirlo en mártir, porque entonces sí que deberíamos exiliarnos para no aguantar el tostón de los progres. Y, por cierto, ¿usted a quién votó?

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