Menú
Víctor Llano

La ambición de un discípulo millonario

Hoy, que Castro ni está ni se le espera, sus víctimas están tan desamparadas como lo han estado hasta ahora. En manos de sus carceleros. La ONU hace y hará por ellos lo mismo que el Gobierno español, nada.

No se conforman las víctimas de la tiranía castrista. Poco después de que la ONU condenara por enésima vez el bloqueo que nunca existió, Oswaldo Payá insiste en rogarle que no se olvide de los presos políticos cubanos. De poco le servirá. Naciones Unidas está al servicio de la gran patraña que atiende a los intereses de los carceleros castristas. Cuando entierren al fantasma del Máximo Líder, intentará pastelear en Cuba para que todo quede en nada y sigan los que siempre estuvieron.

Hoy, que Castro ni está ni se le espera, sus víctimas están tan desamparadas como lo han estado hasta ahora. En manos de sus carceleros. La ONU hace y hará por ellos lo mismo que el Gobierno español, nada. Sólo los cubanos podrán salvarse a sí mismos. Y lo tienen muy difícil. Muy poco les ayudará que un grupo de mandatarios exija libertad al nuevo coma-andante. Jamás aflojará si no le fuerzan a ello. Y le consta que sus víctimas no están en condiciones de forzarle a nada.

Los cubanos que aún confían en poder vivir libres en su país, o se mueren en prisión, o temen que en cualquier momento los perros del amo llamen a su puerta para conducirles a una de las más de doscientas cárceles en las que son torturados más de cien mil presos. Todos políticos. Las tiranías no distinguen más que entre serviles y no serviles. Los que no aprendieron a sobrevivir sin delinquir en el paraíso comunista, son tan víctimas de la brutalidad castrista como los que se arriesgan a exigir libertad o a enviar una crónica a un periódico de Miami.

Resulta paradójico, pero tal vez la ambición y la locura de Hugo Chávez puedan ayudar a los rehenes de la robolución a enfrentar la indiferencia ante su sufrimiento. Si quien hoy financia la tiranía decide quedarse con ella, puede que provoque la alarma en el Gobierno de Estados Unidos. Castro se va y su hermano pequeño no tardará en acompañarle. Sin embargo, el líder de "Aló Presidente" parece gozar de muy buena salud. Ya le han advertido de que no le permitirán disfrutar de los restos del naufragio. Muy pronto saldremos de dudas. Confiemos en que, por una vez, los estadounidenses cumplan las penúltimas promesas que hicieron a los cubanos. Aunque es cierto que tratan como suyos a los que logran pisar la arena de las playas de La Florida, nunca fue suficiente. Aún están a tiempo de hacer mucho más. Probablemente, la locura de Hugo Chávez les conceda la oportunidad de hacerlo.

En Internacional

    0
    comentarios