Gran revuelo ha causado la nueva postura del PP en la cuestión de Educación para la Ciudadanía, que en el contexto de las conversaciones para un eventual Pacto de Educación aboga ahora por modificar sus contenidos y no por eliminarla.
La cuestión resulta un dardo envenenado por varios motivos. En sí, eliminar los contenidos adoctrinadores en línea con las sentencias del Tribunal Supremo, resulta teóricamente impecable. Además, coloca la pelota en el tejado del PSOE, puesto que si se niega a eliminar esos contenidos partidistas de que está lleno el currículo de EpC, como ha quedado sobradamente demostrado en estos años, quedará claro lo que pretende cada uno con esta asignatura. Y finalmente, tapa la boca al llamado "movimiento objetor", que siempre afirmó a modo de lema: "EpC sí, pero no así".
No es fácil pues, enjuiciar este digo-Diego sin caer en visceralidades alejadas de la lógica.
Y el punto en que hay que justificar el repudio que objetivamente provoca esta postura es exclusivamente de índole política. "Me propongo suprimir como asignatura EpC" es una afirmación rotunda. En el fragor de la campaña electoral del 2008, esta afirmación de Mariano Rajoy es categórica, inequívoca, no interpretable. Suprimir es suprimir. Sin duda, le reportó varios diputados gracias a los votos de los objetores y su entorno. Es decir: retirar completamente EpC como tal asignatura fue un compromiso solemne con sus votantes. El problema, por tanto, se suscita en el ámbito de la higiene democrática. Los políticos y los partidos deben cumplir sus promesas electorales. El pueblo español está harto de ser lisonjeado cada cuatro años para obtener sus votos, y luego si te he visto no me acuerdo. Será que Rajoy se ha hecho de la opinión de aquel destacado socialista que afirmó sin ruborizarse que las promesas electorales estaban para no ser cumplidas.
Si seguimos en la hemeroteca, podemos recordar también que el PP llamó al currículum de EpC "Catecismo del buen socialista". Y con buen olfato Esperanza Aguirre dijo hace poco que el problema de EpC es que amenaza el pluralismo político. Ésa es exactamente la cuestión.
Ahora bien, en base a las razones esgrimidas en el documento del PP, ¿podemos admitir este cambio de postura? Básicamente, el PP propugna ahora tres puntos: suprimir como tal asignatura la que ahora se da en quinto de primaria –reduciéndola a una siempre amenazante emisión "transversal" de formación cívica, eso sí, centrada exclusivamente en valores constitucionales–, suprimir la parte de Ciudadanía que se había comido la Metafísica y la Epistemología en el antiguo programa de Filosofía de Bachillerato, y dejar sólo en secundaria una asignatura formal de EpC, despojándola de todo lo que no sean estrictamente conocimientos de la Constitución. Así lo explicaba en una entrevista el portavoz de Educación del PP en el Congreso, Juan Antonio Gómez Trinidad: "En secundaria se darían contenidos ceñidos exclusivamente a la Constitución, donde están los valores comunes a todos(...). Uno de los déficits educativos y cívicos de este país (sic) es el desconocimiento de las Constitución. (En el PP) son partidarios entusiastas de que la Constitución se enseñe en todas las Comunidades Autónomas del Estado Español (sic)". Curioso también este dato colateral; parece que el PP se apunta al lenguaje propio hasta ahora de otro tipo de partidos políticos.
El foco está pues en secundaria. Lógico, puesto que son los que se incorporarán al pool de votantes al cabo de un par de años. ¿Cómo enjuiciamos aquí el acierto o no del asunto? Fácilmente, echando una mirada sobre Europa.
En el ensayo Spain is different vimos cómo era no sólo el currículo concreto de EpC en los distintos países europeos en cuanto a contenidos, sino también en qué niveles se impartía, con cuánta carga lectiva, y si era obligatoria o no. Y aquí me temo que es donde la propuesta del PP no resiste la prueba. Más les habría valido apelar, como tantas veces, a Europa para quedar elegantemente fuera de la polémica, señalando que su postura del 2008 de suprimir como tal la asignatura se basaba en lo que es la práctica mayoritaria de los países europeos en esta cuestión, y recordar de paso al PSOE que la impartición de EpC procede de una mera Recomendación del Consejo de Europa, que como su nombre indica, no es lo mismo que una Directiva comunitaria de obligado cumplimiento.
Mayoritariamente, EpC en Europa no es una asignatura independiente y obligatoria sino contenidos integrados en otras materias, como Ciencias Sociales. En la República Checa, Irlanda, Letonia, Lituania, Portugal, Eslovaquia y Rumanía, sólo es materia independiente en secundaria inferior. En Francia, Austria, Noruega, Luxemburgo, Italia y Bulgaria es materia independiente sólo en la secundaria superior. En Estonia, Grecia, Chipre, Luxemburgo, Polonia, Eslovenia, Suecia e Inglaterra, se imparte tanto en secundaria inferior como en superior. En el resto de países, el enfoque "integrado" es el más común en secundaria, incluyéndose los contenidos preferentemente en Historia, Ciencias Sociales y Geografía, Ética, Filosofía, Lenguas extranjeras y Lengua Nacional. Es el caso de países de tanto peso como Alemania o Suecia, Finlandia (campeones del PISA año tras año), Gran Bretaña (excepto Inglaterra), Holanda, Dinamarca o Hungría.
Y es lógico que así sea porque enseñar la Constitución no precisa de una asignatura independiente durante 2 cursos de secundaria, con una carga lectiva de 1 ó 2 horas semanales cada uno. Es un conocimiento muy concreto, unos contenidos muy recortados, que no dan para más que unos cuantos temas dentro de asignaturas afines. ¿Por qué admitir entonces reformar el contenido pero dejar un continente con tantas horas lectivas, rellenable al final por vaya usted a saber cuándo terminen con los artículos de la Constitución? Lagarto, lagarto...