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Walter Williams

¿A quién echar la culpa?

Hubo un tiempo en la historia negra en que se daba mucha importancia a la educación, tanta que los negros se arriesgaban a ser castigados por recibirla en zonas de nuestro país donde les estaba prohibida.

Examinemos las recientes "Notas de la Nación" publicadas anualmente por el Departamento de Educación del Centro Nacional de Estadística en Educación de los Estados Unidos. En todo el país, en lectura, apenas el 13% de los escolares negros de cuarto grado y el 11% de los de octavo tienen una calificación de "notable". El 29% logra una puntuación de "suficiente", que se define como el conocimiento y las habilidades parciales necesarias para no repetir el curso. El 59% tiene puntuación "insuficiente", por carecer del conocimiento y las habilidades necesarias. La misma historia se cumple con los alumnos negros de octavo grado, con un 40% que puntúa suficiente y un 49% insuficiente.

En matemáticas, es más o menos la misma historia. En el caso de los alumnos negros de cuarto grado, el 12% puntúa como notable, el 47% obtiene calificación de suficiente y el 40% la de insuficiente. En el caso de los alumnos negros de octavo grado, el 8% obtiene puntuación de notable, mientras que el 33% puntúa como suficiente y el 59% como insuficiente; sin embargo, el uno por ciento de los de cuarto y octavo grado negros lograron una puntuación sobresaliente en matemáticas.

Profesores y políticos responden a este trágico estado de las cosas diciendo que se necesita más dinero. El presupuesto escolar de Washington, D.C. es casi el más elevado de la nación, con cerca de 15.000 dólares por alumno. Hay 15,2 estudiantes por cada profesor, por debajo de la media de la nación.

A pesar de ello, el porcentaje de éxito académico de los negros de Washington, D.C. es el más bajo de todo el país. Las notas en lectura de los estudiantes negros de cuarto grado de Washington, D.C. es: 7% notable, 21% suficiente y 71% insuficiente. En el caso de los de octavo grado, es un 6% notable, 33% suficiente y 58% insuficiente. En matemáticas se repita la misma triste historia. En el caso de los de cuarto grado, es un 5% de notables, 35% de suficientes y 59% de insuficientes. En el caso de los de octavo grado, es un 3% de notables, el 23% de suficientes y el 73% de insuficientes. Con estos éxitos académicos, uno no debería sorprenderse de que, de media, el estudiante negro de instituto, dependiendo de la materia, tenga el nivel académico del estudiante blanco de sexto, séptimo u octavo grado.

La discriminación racial no tiene nada que ver con lo esta desintegración de la educación dentro de la comunidad negra. Allí donde la educación de los negros es la peor, a menudo el alcalde de la ciudad es negro, el consistorio municipal está dominado por gente de color y frecuentemente el superintendente escolar es negro, así como la mayoría de directores y profesores, y los demócratas llevan años gestionando las ciudades. No estoy diciendo que sea una conexión causal, solamente que es difícil achacar una educación podrida a la discriminación racial.

Hay suficiente culpa en este lamentable estado de cosas como para que todos los participantes tengan su parte: los estudiantes que son hostiles y ajenos al proceso educativo, los padres a los que no les importa, los profesores que son incompetentes o han sido machacados por el sistema, y los administradores que extienden ascensos sin condiciones y aseguran diplomas fraudulentos que dan fe de que el estudiante ha adquirido los conocimientos de duodécimo grado cuando en realidad no ha adquirido ni los de sexto o séptimo.

Nadie puede solucionar los problemas de la educación que afrontan los negros excepto los propios negros. En primer lugar, es temeraria la idea de que trasnochado ni un sólo niño negro debe ser salvado del desastre de la educación hasta que todos los niños negros sean salvados. Los negros no podemos permitirnos creerlo. Tenemos que encontrar un modo de permitir que puedan huir de esas escuelas podridas a tantos estudiantes negros que quieran adquirir educación, y tengan padres que les apoyen, como podamos. Los cheques escolares o las desgravaciones fiscales por educación deberían proporcionar el mecanismo necesario.

Hubo un tiempo en la historia negra en que se daba mucha importancia a la educación, tanta que los negros se arriesgaban a ser castigados por recibirla en zonas de nuestro país donde les estaba prohibida. Teniendo 70 años, sé que hubo un tiempo en el que las escuelas y los padres negros cooperaban entre sí para que los niños se comportaran en la escuela e hicieran sus trabajos. En principio, la solución a los problemas de educación de los negros no es muy compleja. El problema es tener la voluntad.

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