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Zoé Valdés

La Pujolada

En Francia hasta ahora ningún político se ha enriquecido tanto, que sepamos, de generación en generación.

La prensa española y el estado español están tratando lo del caso Jordi Pujol y familia como si se tratara de la Orestíada, críticas con pinzas y mucha mano dulce. A la Pujolada la cosa le va bien, todavía. En Francia hasta ahora ningún político se ha enriquecido tanto, que sepamos, de generación en generación. En Francia jamás le hubieran dedicado un parque y mucho menos un monumento que no sé si es ecuestre o no, da igual, para lo que me importan a mí los pedestales dedicados a los políticos.

El caso es que hará unos días leí que comparaban el caso de Jordi Pujol, de su mujer e hijos, y hasta de su padre, con una especie de saga a lo Citizen Kane. Me quedé de piedra. ¿Qué tiene que ver este señor con Citizen Kane? Ni en la estatura, mucho menos en la estatura, por supuesto. Y para nada con la historia contada con toda la monumentalidad humana e inclusive inhumana de Orson Welles.

Sin embargo, a nadie se le ocurre hasta ahora comparar a esta familia con otra familia, la del Padrino, la del libro de Mario Puzo y la película de Coppola, que es con la que más se podría emparejar, obviando los asesinatos que no tuvieron lugar; pero en lo que a dinero se refiere, ¡pardiez, Pujol ha robado más que el mismísimo Padrino! Aunque tampoco su estatura tenga nada que ver con esa otra monumentalidad a lo Marlon Brando, en todos los sentidos.

El caso es que Pujol ha manigüeteado y con creces –según se cuenta–. A estas alturas a mí que robe para él, para los suyos, no me extraña ni me estriñe, el ser humano es como es. Y si en tiempos en que era el jefe de la Generalitat, con su nacionalismo y todo cuento, tenía a Barcelona brillando y a la gente contenta, pues mira, tú, que robe, si además también roba para mantener el bienestar de la gente. Yo ya de ladrones paso. Porque fíjense cuántas veces le sacan a los cubanos que Batista, el presidente Fulgencio Batista y Zaldívar, era un ladrón; pero qué clase de ladrón era que tenía a Cuba brillando como un crisol. Peor fue el justiciero tipo gángster que vino después, que ha robado más que el Padrino, Pujol y Batista juntos y tiene a Cuba en la mendicidad y la miseria.

A mí el que me venga a decir otra vez que Batista era un ladrón le espetaré con unos cuantos ejemplos que lo dejarán helado: Castro I, Castro II, y ahora Pujol, ¿no son ladrones estos también? Ladrones es lo que sobra. ¿No hay ladrones, por ejemplo, en el PSOE? El otro día oí decir a Sánchez, el nuevo secretario general de ese partido, en la televisión, que él acabaría con todos los ladrones del PSOE. ¡Coño, viejo, tendrías que acabar con el partido entero!

Pero volvamos a Pujol, a su señora que tenía una floristería como si ella fuera la virgen de la piedra, y que era una mascarada para exigir dinero, y al hijo metemiedo que cobraba en los comercios tipo Robert De Niro en El Padrino, y al otro hijo que sólo guardó en el extranjero 50 millones. ¿Y me lo van a comparar con Citizen Kane y a contarme el caso como si fuera la Orestíada, como ya dije, o sea, la Pujolada? No, aquí de lo que se trata es de La Puñalada, la tremenda puñalada en dinero que ha metido el Jordi, tan chiquitico y risueño y todo lo que quieran inventarse los catalanes y los españoles, que es lo mismo en este caso.

Lean por favor a Juan Abreu y su Rebelión en Catanya.

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