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Agapito Maestre

Chantaje electoral

El acto de homenaje fue algo más que un acto electoral. Fue un chantaje electoral.

El Gobierno de Zapatero pasará a la historia por haber sustituido la acción por la propaganda, la eficacia por el disimulo y la gobernabilidad por el cambalache. Todos los gobiernos son, sin duda, electoralistas, pero este ha hecho de esa práctica su seña de identidad. En este contexto resulta una obviedad reconocer que, desde ahora hasta el día de las elecciones, todo lo que haga el Gobierno serán actos de propaganda a su favor. Es lo único que sabe hacer. Está en su naturaleza convertir la política en mera propaganda electoralista. Ningún tema, ninguna persona, en fin, ninguna institución pública o privada quedará al margen de esa actividad manipuladora y electoralista que ha caracterizado al Gobierno socialista.

Los socialistas no tendrán reparo alguno en convertir todo asunto en una cuestión de vida o muerte para el socialismo, incluido los muertos en actos de servicio por la seguridad de la nación. Así, se ha tildado de acto electoral a favor del PSOE el homenaje tributado ayer por el Gobierno a los muertos, durante el año 2007, en acto de servicio de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Sin embargo, creo que eso es una forma benévola de juzgar el comportamiento del Gobierno. El acto de homenaje fue algo más que un acto electoral. Fue un chantaje electoral. Fue una triste utilización de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para decirles a los españoles que el Gobierno también defiende a España, especialmente en período electoral, o sea, en el tiempo de descanso que Zapatero se ha dado para volver a negociar con los nacionalistas y ETA.

Porque ningún familiar de las víctimas puede poner entre paréntesis su dolor para negarse a participar en un homenaje tan merecido y del que hasta hace un mes, o sea, tres antes de las elecciones, el Gobierno nunca se había acordado, digo que ese reconocimiento suena más a chantaje que a un acto electoral. De modo parecido se han manifestado las voces libres de las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado. Los sindicatos de la policía y las asociaciones de la Guardia Civil, que representan también a esos caídos por la seguridad de todos los españoles, no han dejado de expresar que el acto, aunque necesario y más que merecido, escondió un trasfondo de chantaje electoralista. Los sindicatos de la política y las asociaciones de la Guardia Civil están de acuerdo, naturalmente, con el homenaje del Gobierno a sus compañeros muertos en acto de servicio, pero han dejado claro, primero, que ese reconocimiento  debería ser abierto y no sometido a los rigores burocráticos de quien se quiere beneficiarse del homenaje; y segundo, y aquí se eleva el tono de los argumentos, en vez de celebrarse ahora en enero, casi como un acto de la campaña electoral socialista, se debería haber dejado para abril o mayo.

En fin, aunque el Gobierno ha utilizado este homenaje como una prueba más de su “giro” a favor de la nación española, no parece muy creíble la operación por parte de quien ha estado sistemática y programadamente, durante toda la legislatura, ocultado unas veces, y otras eliminando civilmente, a las víctimas del terrorismo entre las que ocupan un lugar destacado las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

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