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Agapito Maestre

¿Estrategias o tácticas en el PP?

En fin, esperemos que haya al menos dos candidaturas, sobre todo para que se nos muestren con nitidez las correcciones que introducirán los candidatos para resolver los errores cometidos en la anterior legislatura.

Nada hay más trivial que aceptar lo trivial como última ratio. Así, por ejemplo, es una obviedad, casi una trivialidad, decir que la democracia interna en los partidos políticos españoles sólo existe formalmente, pero de ahí no se sigue razón alguna sobre las carencias y defectos de las principales mediaciones de nuestro sistema democrático. Es menester aclarar esa trivialidad o, lo que es lo mismo, indicar que los políticos sólo hablan de falta de democracia interna en sus respectivos partidos cuando se ven privados de poder, o peor, cuando ya no tienen expectativas de conseguirlo. Hasta entonces, sí, hasta el momento de hacerse cargo de que sus posibilidades para alcanzar el poder del aparato del partido son nulas, todas sus referencias a la necesidad de aplicar las reglas de la democracia en el seno del partido habían sido una mera cuestión retórica, en el mejor de los casos, un exabrupto lanzado contra el adversario político más en la batalla ideológica que en la arena electoral.

Asumido que no hay democracia interna en los partidos políticos españoles, incluido naturalmente el PP, sólo cabe preguntarse por las estrategias de los distintos actores para el Congreso anunciado por Rajoy para el mes de junio. La respuesta es sencilla. No existen estrategias fuera de quien controla el poder en ese partido. Por el contrario, abundan los lamentos, los improperios, las descalificaciones y, por supuesto, las retóricas a favor de una "extraña" democracia interna en el partido, pero estrategias para retirar a Rajoy de la dirección del partido no se ven por ningún sitio. Hoy por hoy, el perdedor de las elecciones generales es el único ganador. Es el dueño del partido. Las consecuencias de este hecho son múltiples, pero no reconocer que la muerte de la democracia en el interior del partido implica, sin duda alguna, el fin de la discusión de estrategias diferentes es otra obviedad, que en sí mismo no explica nada. Es sólo otra prueba de la muerte de la vida política de un partido.

"Espero", o mejor, sospecho que, sin embargo, habrá lucha antes del congreso. Incluso quizá salga alguien, aunque esto lo formulo en el terreno de los deseos, que se presente en esa asamblea con un proyecto sensato, un equipo preparado y unos tiempos ajustados a la realidad, en fin, alguien que no sólo se enfrente por el poder, sino que nos ofrezca la oportunidad a los observadores, el resto de los españoles, de poder contrastar su inteligencia e imaginación con la del ventajista que a la par que convoca el congreso, es decir, es el árbitro, se presenta para dirigir el partido, o sea, es parte. En fin, esperemos que haya al menos dos candidaturas, sobre todo para que se nos muestren con nitidez las correcciones que introducirán los candidatos para resolver los errores cometidos en la anterior legislatura.

Mientras llega esa "confrontación idílica", será menester que recordemos dos de los instrumentos fundamentales de la estrategia, o mejor, de la táctica de Rajoy para controlar a su antojo el PP:

  1. Utilización de las contradicciones entre sus distintos competidores para mantenerse en el poder.
  2. Dejar fuera de las listas del Congreso de los Diputados y, quizá, fuera de las listas del congreso de junio a figuras relevantes.

Otro día, entraré en el análisis de esas contradicciones, y daré los nombres varados en las playas desérticas de la política española, por hoy es suficiente.

En España

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