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Juan Carlos Girauta

La opción del vacío

No me extraña que los del cordón sanitario apuesten tanto por ustedes.

Con decir que somos del PP no basta, doña Soraya. Si bastara, cosas tales como las posiciones políticas, los valores a defender, las prioridades, las preferencias ideológicas, los principios cohesionadores, el programa o las líneas estratégicas de la organización no tendrían la menor importancia porque adscribirse a un partido político sería lo mismo que declararse seguidor de un club de fútbol.

Aquí no se defienden, señora portavoz, los colores de una camiseta. No se apoya al PP por sus siglas a la manera de Manolo el del bombo. No se vota al PP porque sí. Se le vota y se le apoya por razones que tienen que ver con la defensa de ciertos principios y valores. Comprendo que prefiera usted un sistema más burocrático, donde los dirigentes tengan las manos libres y no estén obligados a rendir cuentas. Es infinitamente más cómodo recibir el aplauso incondicional que ser observado, juzgado y tratado en consecuencia.

Resulta que aquí es el líder del partido –un perdedor profesional– el que pretende echar a quien posea algo parecido a un ideario. Ni liberales ni conservadores caben en su PP, doña Soraya, el suyo y de Rajoy, de Moragas y de Arriola el bienpagao. Tan suyo, tan de ustedes es que les incomoda el más mínimo movimiento, la más leve disonancia, la más escueta opinión que no haya sido metabolizada por la gran adormidera de Génova 13, que abraza con sus hojas a barones, candidatos estrella y diputados de a pie mientras produce el opio que ha de narcotizar a la incómoda militancia con rituales de himnos partidarios, emblemas, banderines y el más desolador vacío ideológico.

Decir que se están pasando ustedes el artículo sexto de la Constitución por el arco del triunfo es decir poco. Están haciendo cosas considerablemente más graves. Están amenazando a alguien que simplemente ha propuesto un debate de ideas ¡con el adversario! Quieren que escarmiente en piel ajena cuanto iluso esté soñando con un Congreso de verdad. Están preparando una ceremonia de culto a la personalidad y aclamación de un líder y candidato único para que miles de dóciles compromisarios se comporten como los policías de paisano que aplaudían a Ceaucescu hasta que les sangraban las manos.

Es un crimen contra la inteligencia trasladar el fervor del hincha a la política. Van por muy mal camino. Incapaces de imponerse a la hegemonía progre precisamente por su alergia al combate de las ideas, ahora se disponen a arrasar el espacio liberal-conservador. Hasta que no quede nada ni nadie; apenas unas sombras complacientes con la socialdemocracia, eufemismo para hablar del zapaterismo del cambio de régimen, opción que, visto está, merece a Rajoy el mayor de los respetos. No me extraña que los del cordón sanitario apuesten tanto por ustedes.

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