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EDITORIAL

Por fin sabemos para qué sirve el CNI

El Estado, dentro del cual habita el CNI, no puede por principio entenderse con delincuentes y mucho menos tomarlos como parte legítima en un chantaje.

La liberación del pesquero vasco Playa de Bakio pasará a los anales como ejemplo de cuál es el peor modo de resolver un chantaje. Ante la difícil situación en la que los marinos españoles se encontraban el mes pasado provocada, dicho sea de paso, por un secuestro que podría haberse evitado si el Gobierno hubiese tomado las medidas oportunas para proteger a la flota pesquera en el Índico, Zapatero tenía dos opciones. O pagar dando por buena la extorsión y olvidarse del tema, o articular una operación de rescate de los marinos que incluyese la captura de los piratas. El presidente optó, muy a diferencia de Sarkozy en la reciente crisis del yate Ponant, por la primera. Mientras nuestros vecinos hicieron justicia apresando a los criminales a la vez que liberaban al pasaje del Ponant, nosotros hemos bajado la cerviz ante los piratas. Y esto, por mucho que pretenda manipularlo el Gobierno, está tan a la vista que cualquiera puede verlo.

La operación consistió en el envío de una fragata de la Armada –anunciado con la trompetería mediática habitual–, las presuntas gestiones somalíes del embajador en Kenia y el traslado a Yibuti de un grupo de agentes del CNI. Las dos primeras eran simples cortinas de humo para que los medios adictos a la Moncloa tuviesen material que ofrecer a la audiencia; en la última, oculta hasta el final, es donde se encontraba la verdadera estrategia del Gobierno para liberar a los marinos. El servicio de inteligencia español hizo las veces de intermediario entre el pagador, que según la versión oficial fue el propio armador, y la banda de piratas.

A nadie se le oculta que, entre los cometidos del CNI, que son muchos y muy importantes, no se encuentra este tipo de trapicheos con forajidos. El Estado, dentro del cual habita el CNI, no puede por principio entenderse con delincuentes y mucho menos tomarlos como parte legítima en un chantaje. Eso debería saberlo Zapatero aunque, a estas alturas y con la práctica totalidad de la prensa rendida a sus encantos, cualquier disparate será o bien recibido o cuidadosamente escamoteado. Como con Felipe pero sin Felipe.

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