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Cristina Losada

Vivan todas las lenguas menos el español

El nacionalismo necesita internacionalizarse. Busca aliados externos para legitimar las barreras lingüísticas que levanta en torno a sus feudos.

El parlamento gallego no peca de modestia. Acaba de comprometerse a impulsar la cooficialidad del guaraní en cuantas instituciones gobiernan, mal que bien, el ancho mundo. Es sabido que la cámara galaica goza de nula presencia en la ONU, el FMI, el Banco Mundial, la FAO y tantos otros organismos, pero qué importa. La moción por el guaraní, como antes otra similar por el mapuche, es un brindis... a la sombra. Forma parte de una "política exterior" dirigida al interior. El nacionalismo necesita internacionalizarse. Busca aliados externos para legitimar las barreras lingüísticas que levanta en torno a sus feudos.

Que el guaraní sea idioma cooficial en Paraguay y que el dictador Stroessner, reaccionario y filonazi, le diera en su Constitución carácter de "lengua nacional", no impide que los movimientos indigenistas le hayan conferido el status de lengua victimizada y se junten con quienes en España viven de parecido cuento. Un cuento que se desarrolla creando víctimas de carne y hueso: las que sufren el acoso de las autoridades y de los grupos violentos por emplear la lengua común de los españoles.

Mientras en Compostela respaldaban al guaraní, los comerciantes coruñeses denunciaban cartas que les amenazaban con expedientes si no utilizaban el gallego; el Club Financiero de Vigo recibía nuevos insultos por haberse pronunciado contra la imposición; desde periódicos respetables se tildaba de psicópatas a quienes se oponen a la política lingüística del gobierno; y el terrorismo nacionalista seguía haciendo de las suyas.

Un diputado del Partido Socialista de Galicia argumentó su apoyo a la moción del Bloque parafraseando a Terencio: "Nada humano nos es ajeno". Olvidó decir que excluía de lo humano a los que hablan español. Hay humanitarismos enormemente selectivos. Como ese que acaban de mostrar cierto número de directores de institutos de la Comunidad Valenciana. Están muy preocupados por las dificultades que tendrán los alumnos para aprobar Educación por la Ciudadanía, que allí se imparte en inglés. Claro que no les han inquietado nunca los problemas que causa la enseñanza en valenciano a los escolares castellanohablantes. Si EpC se diera en guaraní, tendrían que aplaudir.

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